La crisis climática y la deforestación empujan a primates que viven en los árboles al suelo, donde corren un mayor riesgo debido a la falta de alimento y de refugio preferidos, con lo que pueden experimentar una interacción más negativa con humanos y animales domésticos.
Así se explica en un estudio a gran escala realizado por 118 científicos de 124 instituciones a 47 especies de monos y lémures en tres continentes, que ha publicado la revista ‘Proccedings of the National Academy of Sciences’.
El trabajo, dirigido por Timothy Eppley, de la ONG San Diego Zoo Wildlife Alliance (Estados Unidos), examinó más de 150.000 horas de datos de observación de 15 especies de lémures y 32 especies de monos en 68 sitios de América y Madagascar.
“Este estudio comenzó con una discusión entre colegas sobre cómo habíamos notado que ciertas poblaciones de primates arbóreos pasaban más tiempo en el suelo”, apunta Eppley, quien añade: “Sin embargo, en sitios con relativamente menos perturbaciones es posible que los miembros de la misma especie nunca desciendan al suelo».
Los autores calcularon la influencia de los impulsores ecológicos, incluidas posibles presiones inducidas por el hombre y/o los rasgos específicos de la especie, en el nivel terrestre (tiempo que pasan en el suelo) de los primates arbóreos.
Según los investigadores, los primates que consumen menos fruta y viven en grandes grupos sociales tienen más probabilidades de descender al suelo. Los autores sugieren que estos rasgos actúan como una posible «preadaptación» a la vida terrestre.
Además, los primates que vivían en ambientes más cálidos y con menos cobertura de dosel tenían más probabilidades de adaptarse a estos cambios transitando hacia un uso más extenso del suelo.
PRESENCIA HUMANA
Muchas de estas especies ya tienen la carga de vivir en ambientes más cálidos, fragmentados y muy perturbados que a menudo tienen menos recursos dietéticos disponibles. A medida que empeora el cambio climático y disminuyen los hábitats arbóreos, los primates que consumen una dieta más generalizada y viven en grupos más grandes pueden adaptarse más fácilmente a un estilo de vida terrestre.
“Es posible que pasar más tiempo en el suelo pueda amortiguar a algunos primates de los efectos de la degradación forestal y el cambio climático; sin embargo, para las especies menos adaptables serán necesarias estrategias de conservación rápidas y efectivas para asegurar su supervivencia”, indica Eppley.
El estudio también encontró que las poblaciones de primates más cercanas a infraestructuras humanas tienen menos probabilidades de descender al suelo. Luca Santini, de la Universidad Sapienza de Roma (Italia) y uno de los dos autores principales del estudio, subraya que “este hallazgo puede sugerir que la presencia humana, que a menudo es una amenaza para los primates, puede interferir con la adaptabilidad natural de la especie al cambio global».
La transición de un estilo de vida arbóreo a uno terrestre ha ocurrido anteriormente en la evolución de los primates, pero los rápidos cambios actuales son una seria amenaza.
«Aunque las condiciones ecológicas y los rasgos de las especies similares pueden haber influido en los cambios evolutivos previos de los primates arbóreos, incluidos los homínidos, a la vida terrestre, está claro que el ritmo actual de deforestación y el cambio climático ponen en peligro a la mayoría de las especies de primates», apostilla Giuseppe Donati, de la Universidad de Oxford Brookes (Reino Unido).
(SERVIMEDIA)
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