Por Ariadna Dacil Lanzael de Agencia Telam de Argentina
El exvicepresidente segundo español y fundador de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, consideró que la guerra en Ucrania expuso muchas «hipocresías» por parte de algunos medios y gobiernos, en un diálogo con Télam en el que también se refirió a los vínculos del presidente ruso, Vladimir Putin, con la derecha europea.
Iglesias, que en mayo de 2021 anunció su alejamiento de la política y se dedicó al periodismo, cuestionó también la postura del gobierno español de Pedro Sánchez respecto al conflicto en Sahara Occidental, a la que calificó de «traición».
Télam: ¿Cómo ve el desarrollo de la guerra en Ucrania y el rol de Europa y EEUU en este conflicto?
Pablo Iglesias: Creo que es evidente que lo que está ocurriendo es que a los EEUU les interesa prolongar una guerra que los propios ucranianos han dejado claro que no la pueden ganar si no hay intervención de los países de la OTAN o si no se establece una zona de exclusión aérea. Y las claves de la solución diplomática ya están puestas sobre la mesa, todos los especialistas en geopolítica saben que al final la discusión va a llegar con en el control del territorio del Donbass, en Crimea, en el Mar de Azov, y en el Mar Negro y en el respeto de la soberanía ucraniana con un estatuto de neutralidad que, por un lado, les garantice la defensa, pero por otro los mantenga ajenos a la OTAN. Eso es lo que se está jugando. Mientras tanto, los EEUU tratan de reforzar su posición como potencia militar ineludible para la defensa de la Unión Europea a través de la OTAN y el aumento de los presupuestos militares en los países europeos. Intenta ser una potencia de mayor peso a la hora de vender gas, facilitando que las potencias europeas no tengan que comprar tanto gas de Rusia. Esta guerra se trata de eso, va de intereses.
T: La receptividad de Europa respecto a los refugiados ucranianos es significativa y diferente respecto al trato que ha ofrecido a los de conflictos previos como fue el caso de Siria en 2015 ¿considera que existe un doble estándar?
PI: Creo que en la dinámica comunicativa tanto de ciertos poderes mediáticos como de ciertos actores gubernamentales respecto a la invasión rusa a Ucrania está quedando en evidencia la enorme hipocresía a muchísimos niveles. Uno de los ejemplos es el de los refugiados. Claro que hay que atender, cuidar, facilitar los visados y la llegada de personas que están huyendo de una guerra, el problema es que eso inevitablemente pone el foco en otras personas que huyen de situaciones absolutamente similares, que no vienen de un país europeo ni tienen la tez clara, ni los ojos azules, pero que vienen de situaciones equivalentes. Entonces, creo que ese nivel de hipocresía no es aceptable. Cualquier persona tiene derecho de huir de una guerra y a ser atendida por potencias supuestamente democráticas, dándoles todas las facilidades para tener unas condiciones de asilo y de refugios dignas.
T: ¿Y en qué otros casos estima que se vio eso que llama «hipocresía»?
PI: Lo mismo cabe decir respecto a otros argumentos que han puesto encima de la mesa, por ejemplo el envío de armas, como el derecho de un pueblo a defenderse. Pero las relaciones internacionales no funcionan a partir de esos valores tan hermosos. ¿Acaso los saharauis no tienen derecho a recibir armas para enfrentarse al autócrata marroquí? ¿Los palestinos no tienen derecho a recibir armas de las potencias democráticas para enfrentarse a un Estado que impone un sistema de apartheid como es el Estado de Israel? Está muy bien excluir a Rusia de las competiciones internacionales, pero la Supercopa de España se celebra en Arabia Saudita a pesar de que bombardean a los yemeníes, y estos ¿no tienen derecho a recibir armas? Ya basta de hipocresía.
T: ¿Cómo es visto Vladimir Putin en Europa? ¿Cuál es su relación con la ultraderecha europea?
PI: Putin es de derecha, pero esto no es una cosa nueva, lo ha sido siempre. No solo Putin, sino también Boris Yeltsin fueron saludados como campeones por buena parte de las potencias occidentales. Yo estuve en las manifestaciones de Génova (Italia) de hace 21 años contra el G8 del que formaba parte Putin. Dicen que Rusia es una dictadura, y efectivamente se han falseado elecciones, pero eso antes no se decía. El partido de oposición en Rusia es el Partido Comunista, cuyos exponentes se han manifestado en contra de la guerra y han sido reprimidos por Putin. Los argumentos de Putin han sido reivindicados por figuras de derecha y de la extrema derecha como (Matteo) Salvini en el caso de Italia o Marine Le Pen en Francia. En España fue reivindicado por figuras mediáticas y políticas de la derecha como el propio José María Aznar o (Santiago) Abascal. El discurso para justificar una agresión inaceptable de Rusia a Ucrania era decir que Ucrania era un invención de Lenin y de los bolcheviques, es decir, era un discurso abiertamente anticomunista.
PARA IGLESIAS, LA LLEGADA DE LA IZQUIERDA AL PODER EN AMÉRICA LATINA ES «ESPERANZADORA»
El fundador de Unidas Podemos habló con Télam de un panorama «esperanzador» en América Latina, con la llegada de varios gobiernos de izquierda, pero consideró que hay que estar «preparados para todo».
Télam: ¿Cómo ve a América Latina en este momento?
Pablo Iglesias: América Latina vuelve a ser la referencia democrática para toda la izquierda, pero con procesos muy diferentes, que no se pueden reducir a la unidad. Creo que los procesos en Chile, en la Argentina y en México son muy diferentes. Y si ya hablamos del proceso venezolano hablamos de una degradación, con unos niveles de enfrentamiento entre el oficialismo y la oposición que han degradado lo que en un momento pudieron ser las ilusiones del chavismo. Acá no hay un único responsable y creo que el carácter golpista de la oposición es incuestionable, pero eso no nos tiene que obligar a ser acríticos con respecto a ese tipo de dinámicas. Es esperanzador lo que está ocurriendo en Chile, es esperanzador que Lula pueda sacar, con un apoyo popular inmenso, a un ultra como (Jair) Bolsonaro de la jefatura del Estado en Brasil, (Gustavo) Petro en Colombia creo que representa una opción de esperanza enorme para todos los demócratas. Pero la política nunca acaba, las relaciones internacionales son complejas y cada vez que gobierna la izquierda, una parte del poder cancela su compromiso con los sistemas democráticos y entiende que son legítimas las vías del golpe de estado, mucho más sutiles ahora que en las formas clásicas en América Latina, entonces hay que estar preparados para todo.
T: En ese contexto, la articulación y expansión que está impulsando el partido de ultraderecha español Vox en la América Latina ¿cree que tiene algún asidero?
PI: Claro que sí, además la propia lógica mediática y discursiva de la guerra (en Ucrania) genera el caldo de cultivo ideal para el éxito de la ultraderecha. No es igual a los fascismos del siglo XX, pero es potencialmente más peligrosa en la medida en que ha normalizado la mentira como paradigma de esta ultraderecha trumpista y que no tiene problema en asumir la mentira como una estrategia política legítima. El contexto de los discursos hiperventilados del patriotismo mediático, de que lo emocional lo ocupe todo frente a la racionalidad y el análisis con tonalidades grises de las relaciones internacionales, es el caldo de cultivo ideal para que esas emociones se traduzcan políticamente en la conquista del poder político de fuerzas abiertamente antidemocráticas. Estas buscan destruir lo poco que queda de democracia liberal mintiendo sin ningún tipo de complejo. El otro día Donald Trump dijo en un mitin que va a acabar con todo el sistema de «check and balance», del límite al poder presidencial, y básicamente se va a convertir en un dictador, algo que recuerda a los decretos del Tercer Reich. Lo está diciendo abiertamente. Tenemos una ultraderecha que está en EEUU, en América Latina y Europa, pero con metodología de funcionamiento con muchísimo dinero metido en sus operadores mediáticos, tanto en medios convencionales como en redes sociales y que son capaces de construir golpes de estado a partir de la mentira.
T: ¿Y qué piensa respecto a la relación de Putin con América Latina, donde algunos sectores aseguran que es una cuestión geopolítica para contrarrestar el peso de Estados Unidos en la región?
PI: Claro que se puede entender las relaciones geopolíticas entre países, digamos, con gobiernos que tienen ideologías diferentes, pero ¿eso sirve para una suerte de blanqueamiento ideológico de Putin? Yo no comparto con algunos sectores que dicen: «No, pero en realidad es un multipolarismo, un aumento del peso de Rusia y de China, porque sería una manera muy interesante de compensar el imperialismo estadounidense». Creo que ahí hay un intento de aplicación de una lógica de siglo XX, donde se podía dar cierto sentido ideológico a la dinámica geopolítica de la Guerra Fría. Creo que eso en el siglo XXI no tiene sentido en las relaciones internacionales, porque estas no están informadas por valores e ideología y creo que a la gente hay que decirles la verdad.
T: El pueblo saharaui en el Sahara Occidental, excolonia española, reclama desde 1991 un referéndum de autodeterminación, como estaba previsto en los acuerdos que firmaron con España y Marruecos, pero en 2020 Donald Trump, como presidente de EEUU, le reconoció a los marroquíes la soberanía sobre ese territorio ¿Por eso define la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez, de apoyar el plan de Marruecos, como una traición?
PI: El Partido Socialista (PSOE) y el presidente del Gobierno, en contra de su socio de coalición (Unidas Podemos) y de casi todos los partidos del arco parlamentario, ha traicionado la legalidad internacional y al pueblo saharaui negando algo que le había reconocido la ONU que era su derecho a autodeterminación. Es una traición a su programa, con el que el PSOE se presentó a las últimas elecciones y que dieron como resultado que sea electo con un gobierno de coalición, el cual decía que trabajaría para el ejercicio del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Eso era a lo que se comprometió España por los Acuerdos (de paz) de 1991 firmados tanto por Rabat como por el (Frente) Polisario y por Madrid, porque es lo que decía una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esto que hizo Sánchez es dar por bueno el plan de Marruecos y convertirlos en una suerte de provincia. Es una traición al derecho internacional, es una traición a su propio partido, a la posición histórica del Estado español y a su propia coalición, es una traición en toda regla.