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sábado, abril 19, 2025
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Opinión: Un asesino en serie

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La muerte nos ronda los talones...
Aunque en todas las culturas han estudiado y sentido curiosidad por los asesinos seriales, cierto es que a comienzos del siglo XX se empiezan a busca fehaciente a un hombre de mediana edad que pudiese ser «Un asesino en serie», que tuviese la costumbre de llevar una capa o abrigo: de esta manera si portaba sangre en sus manos o en sus ropas no llamaría la atención de nadie. Por la sorpresa, por la fascinación, por la aplicación de nuevas técnicas de investigación criminal, por la minuciosidad que se cometieron los crímenes, Jack el Destripador fue calificado por cientos de estudiosos como el primer asesino en serie moderno.
Es un decir, porque en los siglos XVI y XVII se habían celebrado procesos en los que se enjuiciaba a ciertos hombres acusados de matar a varias personas, sin un móvil aparente, adoptando la forma de lobo. Se sabe también que el español Manuel Blanco Romasanta fue el autor de 9 asesinatos en Galicia (España). Existen testimonios escritos, actas judiciales y sentencias que así lo demuestran. Seguimos contando historias de asesinos en serie, por lo que no podemos olvidar a Elizabeth Báthory (1560-1614), la denominada Condesa Sangrienta, a la que se le atribuyeron decenas de muertesde mujeres jóvenes, a las que torturaba en unión de su esposo, para satisfacer su sadismo.
Y si hablamos de los criminales surgidos durante la era industrial, existió un hombre que sobresalió sobre los demás, el de H.H. Holmes, conocido como el primer asesino serial de Estados Unidos. Nació en 1860, pero su infancia y juventud estuvo acompañada por la soledad y el rechazo. Siempre dio muestras de una profunda personalidad psicopática y criminal, con un largo historial de abusos, manipulaciones, estafas y engaños…
El «Yo soy yo y mi circunstancia”, que dejó escrito José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote (i, 322), 1914», es vigente al día de hoy. Donde nuestras vidas, vivencias y costumbres están impregnadas siempre de violencia. Las páginas de los diarios nos hablan de episodios violentos en los centros educativos, causando alarma social y falta de convivencia entre las personas. Y es que esta violencia, muchas veces, parte del propio hogar familiar, donde los padres se insultan, se violentan y terminan por agredirse delante de sus propios hijos: éstos están tomando mal ejemplo, mala medicina… para curar la violencia que albergar en su interior, y que hace que el desarrollo moral, social y emocional de los jóvenes caminen por senderos donde la luz moral está olvidada, y los sentimientos duermen el sueño eterno.
Sin embargo, estos semejantes nuestros, estos solitarios… de la vida cuando ejercitan actos de violencia están apagando temporalmente su cansancio de vivir. Quizá, cuando somos violentos, y concretamente contra las mujeres ese ser maravillosamente complementario nuestro-, estamos llevando a la práctica una de las tres fuentes del poder humano: la violencia. Esa violencia que siempre engendra más violencia, y que hemos de desterrar para siempre de nuestros corazones…
Porque cuando se ejerce violencia contra algunas mujeres, niños, ancianos… -estamos ejercitando el instinto más primitivo conque nace el hombre: pegar para castigar, para destruir… para hacer daño. Las otras dos fuentes de nuestro poder-conocimiento y dinero son más volubles: pueden emplearse tanto para sancionar como para premiar.
La Coruña, 18 de abril de 2025
©Mariano Cabrero Bárcena es escritor

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