les conocen y no les solucionarían los problemas que tengan en su casa. Eso, quizás, sea más factible que lo haga su vecino. Hágase amigo radical de su vecino, eso le saldrá más a cuenta.
Desde hace unos años hacia acá, los argumentarios políticos de los partidos no son del tipo “somos mejores que ellos”. No. Ahora las razones para ser mejores es inducir en la ciudadanía la idea de “ellos son los malos y nosotros los buenos que les vamos a salvar del diablo”. Y se empeñan, día tras día, en desprestigiarse unos a otros de una forma tan descarnada que dan mucha, pero que mucha vergüenza. El amago de dimisión de Sánchez no lo voy a valorar ¿Derrumbe o estrategia? La verdad es que me da igual. Lo que no creo que sea de recibo es que tengamos que llegar a estas actitudes. Ya no luchan por nuestras ideas. Los políticos de todos los bandos han creado un campo de batalla nuevo, que son nuestras emociones. Y eso es lo peor que le pueden hacer a un país. Porque nos están hundiendo en la parte que más nos deberían estar mejorando: la afectiva. Mi madre siempre me dice que no me meta a político y les aseguro que hace menos de una década me vinieron a poner en las listas tres partidos en las mismas elecciones. No. Yo, a ese juego no juego. Y menos con estas reglas.
Por favor, hagan política, hablen de estrategias de cómo mejorar el país y dejen las desacreditaciones personales, porque es una espiral que crece a cada giro y del que ya estamos comprobando que no saben cómo parar. Se lo ruego. Gánense los votos en la cancha y no teniendo, como única estrategia… robárselos al enemigo con mentiras y bulos.
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