“No existe placer que pueda compararse al de mantenerse sobre el terreno favorable de la verdad.”
BACON, Essays, Truth.
Todos sabemos que cada año salen de nuestras universidades miles de licenciados en Ciencias de la Información, y no es casuístico que éstos salgan sin la preparación suficiente que todos deseáramos. Y es que la facultades españolas se están transformando en fábricas de parados: se trata de formar personas y no, que por el contrario, las aludidas fábricas entregan titulaciones al por mayor en todas las carreras universitarias, que existen en nuestra querida España. Pero nuestra sociedad actual–incluidos los políticos–de turno tratan de mediatizar los medios de comunicación, haciendo-muchas veces–, que las noticias y comentarios en los medios no sean todo lo veraces y honestos que debieran ser: por aquello de que “ cada uno arrima el ascua a su sardina”: dice que el interés tira siempre en beneficio propio.
Y aquí y ahora estamos hablando del mundo de la comunicación actual: periodismo, radio, televisión e Internet. Para un gran parte de nosotros-los lectores-,el periodismo de investigación está constituyendo una especie de balanza de control frente a los abusos del poder. Y es que los medios de comunicación se han tenido que encargar últimamente del trabajo ingrato-desagradecido, diría yo-: denunciar con pruebas fehacientes supuestos delitos de corrupción, para que los tribunales de justicia obren en consecuencia. Uno piensa que los periodistas no están en posesión del don de la inefabilidad, pero rectifican cuando se equivocan: la prensa, radio, televisión y el Internet deben jugar limpio.
No obstante, los medios de difusión caminan con celeridad por el siglo XXI. El entorno en el que se desenvuelven actualmente en España se encuentra un tanto tenso. Quizá son los acontecimientos políticos y sociales actuales, quienes le imponen esa dura responsabilidad: informar. Para bien de unos y mal de otros. Los que están en el poder–los políticos–, temen perder el último, y les resulta incómodo que los periodistas expresen sus puntos de vista. Tienen que hacerlo, pues es deber y profesión al mismo tiempo. Katherine Graham, editora del » Washington Post«, estaba en los cierto cuando manifestó «que los editores podemos tener muy pocos amigos». Tampoco los periodistas tienen muchos.
Si está claro que el mundo de la comunicación lleva inherente “poder” a distintos niveles: económico, político, cultural, etc. (Los empresarios, los políticos, las entidades financieras bien los saben.) Hoy por hoy los medios informativos- prensa, radio y televisión-compatibles y complementarios entre si, forman parte del denominado «cuarto poder», tratando en todo momento de transmitir en sus informaciones transparencia y veracidad, para que la sociedad democrática española esté servida en su derecho a la información. Los escritores de titulares-crónicas- están cumpliendo con su deber informando, opinando y asumiendo las tendencias ideológicas de sus respectivos diarios, así como respetando las de los demás. Bueno es que haya pluralidad de ideas y opiniones, pues enriquecen la vida social española y la del mundo entero. Los periodistas-escritores-han llegado lejos con ética y profesionalidad, y aunque la prensa que generan no es enteramente la opinión pública, cierto es, que forman parte de ella.
Mas ahora está pasado que nadamos en informaciones, por lo que los consumidores de prensa radio e Internet corren el riesgo de atiborrarse con exceso de las mismas. Y bueno es que los particulares, las empresas, los poderes públicos…traten de influenciar en la opinión pública, pero siempre ha de hacerse bajo dos premisas importantísimas: veracidad y limpieza. Pero la realidad es que éstas deben adornar todo el curículum vitae de cualquier periodista que se considere como tal, y que sea leal a sus convicciones y deontología periodística.
Sin embargo, los editores de periódicos impresos, hablados, audiovisuales y digitales incurren, a mi entender, en un pequeño error: publicar con periodicidad “noticias de escándalo”, que propician la difusión y posible venta de más ejemplares. Pienso que el periodista está por encima de todas estas historias para no dormir. Hay que luchar definitivamente contra el tráfico de influencias y los grupos de presión, para que la verdad resplandezca a lo ancho de los cinco continentes. Para el periodista vital ocurre que “el ayer ya no existe, el presente se está yendo y el mañana es su oportunidad”.Así de sencilla es la profesión periodística.
Cada diario debe apoyar sus idearios políticos, pero desde una postura de respecto hacia los demás. Tratar de esclarecer ideas firmes, claras y objetivas con la verdad que ha de imperar siempre en la información a los ciudadanos. Ética y profesionalidad: simple binomio inequívoco del cumpliendo estricto del deber de información. Escribir con sentimiento y elegancia, pues los diarios que leemos todos nos han de enseñar a pensar, razonar y emitir juicios que se acerquen a la verdad.
Mover la pluma todos los días para distraer, enseñar y hermanar a los pueblos del mundo entero, sin distinción de raza, sexo, religión… He aquí un buen teorema para llevarlo a la práctica.
Quiero terminar diciendo que caminamos sobre un Internet sin control, tocante a los planes políticos de los gobiernos y los medios de prensa oficiales: esto representa un peligro latente.
Habría de hacerse un seguimiento sobre Bloggers y Webs privadas: si existe un filtro–que no digo censura–, para la Prensa profesional, uno se pregunta por qué no para ellos. Hoy todos entendemos que Internet está fuera de todo control. Desde luego abogo por la libertad de opinión y la libertad de expresión pero respetando unas reglas de juego éticas y profesionales.
La Coruña, 15 de febrero de 2021
*Mariano Cabrero Bárcena es escritor
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