Más de 700 empleados, rubricaron una misiva solicitando la dimisión del consejo de administración y advertían con abandonar su ocupación después del cese del director ejecutivo.
Es difícil de creer que en tan solo 72 horas la empresa tecnológica más admirada de Silicon Valley haya colapsado, pero es cierto que OpenAI, la famosa creadora de ChatGPT, ha tenido que ceder frente a la presión de su plantilla. El 97% de los empleados le dio a la junta directiva un ultimátum: o traían de vuelta a Sam Altman, el antiguo presidente ejecutivo, o abandonarían la empresa.
Incluso algunos de los que inicialmente estaban de acuerdo con el despido de Altman, como el cofundador y científico principal Ilya Sutskever, luego cambiaron de opinión.
Por lo tanto, la reincorporación de Sam Altman como director ejecutivo, fue anunciada por OpenAI a primera hora de la mañana del miércoles. El consejo, que reemplaza al que despidió a Altman el viernes, será encabezado por Bret Taylor, ex co-director ejecutivo de Salesforce, quien también presidió el consejo de Twitter antes de su adquisición por Elon Musk el año pasado. Los otros miembros del consejo serán Larry Summers, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, y Adam D’Angelo, CEO de Quora.
Por qué fue despedido Altman fue negado por el anterior consejo de administración de OpenAI, que contó con D’Angelo, lo que generó conflictos internos en la empresa durante el fin de semana y una creciente presión de los inversores de la startup.
En la plataforma X, la empresa comunicó que se ha logrado llegar a un consenso para que Sam vuelva a desempeñarse como director ejecutivo de OpenAI, esta vez con una junta directiva compuesta por Bret Taylor (presidente), Larry Summers y Adam D’Angelo.
Después de su inesperada destitución el viernes, Altman fue reclutado por Microsoft para liderar un equipo avanzado de investigación de inteligencia artificial. Altman ha afirmado que cuenta con el respaldo del CEO de Microsoft, Satya Nadella, para regresar a OpenAI, que tiene una asociación con la gran empresa tecnológica. «Con el nuevo consejo y el respaldo de Satya, estoy ansioso por retornar a OpenAI y continuar fortaleciendo nuestra sólida alianza» con Microsoft, afirmó Altman en la plataforma social X.
La atención de todo el sector tecnológico se centró en el deterioro de la situación en OpenAI, lo cual sorprendió a todos debido a que están acostumbrados a dramas más lentos. Este hecho resalta la obsesión actual de la industria con todo lo relacionado a la inteligencia artificial.
Hace solo unos días resultaba impensable que un gigante valorado en aproximadamente 86.000 millones de dólares enfrentara una crisis, pero el pasado viernes, de forma brusca, la junta directiva despidió a Sam Altman bajo el argumento de que el directivo «había perdido la confianza del consejo». En las horas siguientes, las razones detrás de esta decisión comenzaron a filtrarse, revelando una complicada tensión interna producto de la evolución que ha experimentado OpenAI desde su creación.
Fundada en 2015 como una institución sin fines de lucro para fomentar la investigación segura y ética en inteligencia artificial, la compañía ha experimentado una metamorfosis en los últimos años bajo la dirección de Altman, convirtiéndose en una empresa convencional y obteniendo una inversión de varios millones de dólares -nada menos que 13.000 millones de dólares- provenientes de Microsoft, quien es el proveedor exclusivo de la tecnología costosa que requieren sus herramientas para operar.
No todos se han adaptado bien al cambio y la conferencia de desarrolladores reciente, en la que OpenAI presentó nuevas herramientas de monetización, resultó ser la gota que colmó el vaso. Pocas horas después del despido, los miembros de la Junta se dieron cuenta del error de cálculo.
Tanto el Consejo de Dirección, contra quienes los inversores se plantearon presentar una demanda, como la mayoría abrumadora de los empleados estaban en desacuerdo con la decisión. Iniciaron negociaciones para que Altman volviera.
Microsoft brindaba su total respaldo a Altman, quien era respaldado incondicionalmente por OpenAI, el mayor accionista de la empresa. Menos de 48 horas después de su despido, ofrecieron a Altman y a sus colaboradores más cercanos la oportunidad de dirigir una nueva división de inteligencia artificial en la compañía. Para Satya Nadella, presidente de Microsoft, esto representaba un «plan B».
En una entrevista con CNBC, Nadella admitió que la solución óptima sería volver a la situación que se tenía el jueves pasado, con Altman como CEO de OpenAI, en la cual Microsoft era un socio minoritario pero imprescindible, lo cual les proporcionaba una posición cómoda al evitar mayores escrutinios regulatorios en caso de que absorbieran OpenAI o crearan sus propias herramientas.
En un intento por remediar la situación, la empresa finalmente se ha visto obligada a ceder a las presiones y reintegrar a Altman. Durante el fin de semana, se esforzó por alcanzar un acuerdo de último momento para fusionar OpenAI con Anthropic, una empresa emergente que se enfoca en la inteligencia artificial y que cuenta con Google como uno de sus inversionistas. Sin embargo, no logró alcanzar dicho acuerdo.
Tras despedir a Altman, se designó a Mira Murati, responsable tecnológica de OpenAI, como CEO interina, aunque también era una de las firmantes de la carta que pide la dimisión de la Junta. Se intentó reemplazarla considerando a Nat Friedman, ex encargado del repositorio de código de GitHub, y a Alex Wang, de Scale AI.
Ambos rechazaron la oferta. Finalmente, se logró la aceptación de Emmett Shear, ex presidente de la plataforma de streaming Twitch. No obstante, las presiones han obligado a que Altman regrese como CEO.
