Un estudio señala que los árboles viejos son más tolerantes a la sequía que los jóvenes y resisten mejor los impactos climáticos futuros.
Esa es la conclusión principal de un estudio realizado por 11 investigadores de instituciones de China, Estados Unidos y Francia, y publicado en la revista ‘Nature Climate Change’. El trabajo se basa en el análisis de más de 20.000 árboles en los cinco continentes del planeta.
Este hallazgo resalta la importancia de preservar los bosques primarios del mundo, al ser baluartes de la biodiversidad por almacenar grandes cantidades del carbono que calienta el planeta, según el ecólogo forestal Tsun Fung Au, de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), antes de añadir: «La cantidad de bosques primarios en el planeta está disminuyendo, mientras que se prevé que las sequías sean más frecuentes e intensas en el futuro».
Au apunta que, “dada su alta resistencia a la sequía y su excepcional capacidad de almacenamiento de carbono, la conservación de los árboles más viejos en el dosel superior debería ser la máxima prioridad desde una perspectiva de mitigación climática».
Los investigadores también encontraron que los árboles más jóvenes en el dosel superior -si logran sobrevivir a la sequía- muestran una mayor resiliencia, definida como la capacidad de volver a las tasas de crecimiento anteriores a la sequía.
REFORESTACIÓN
Si bien la deforestación, la tala selectiva y otras amenazas han llevado a la disminución global de los bosques primarios, la reforestación posterior, ya sea a través de la sucesión natural o mediante la plantación de árboles, ha llevado a bosques dominados por árboles cada vez más jóvenes.
Por ejemplo, el área cubierta por árboles más jóvenes (menos de 140 años) en la capa superior del dosel de los bosques templados en todo el mundo ya supera con creces la zona cubierta por árboles más viejos. A medida que cambia la demografía forestal, se espera que los árboles más jóvenes desempeñen un papel cada vez más importante en el secuestro de carbono y el funcionamiento del ecosistema.
«Nuestros hallazgos, que los árboles más viejos en el dosel superior son más tolerantes a la sequía, mientras que los árboles más jóvenes en el dosel superior son más resistentes a la sequía, tienen implicaciones importantes para el futuro almacenamiento de carbono en los bosques», recalca Au.
Este investigador señala al respecto: “A corto plazo, el impacto de la sequía en los bosques puede ser severo debido a la prevalencia de árboles más jóvenes y su mayor sensibilidad a la sequía. Pero a la larga, esos árboles más jóvenes tienen una mayor capacidad para recuperarse de la sequía, lo que podría ser beneficioso para las reservas de carbono».
«Estos hallazgos tienen implicaciones en la forma en que manejamos nuestros bosques. Históricamente, hemos manejado bosques para promover especies de árboles que tienen la mejor calidad de madera», subraya Justin Maxwell, de la Universidad de Indiana (Estados Unidos).
Maxwell indica que la gestión de los bosques por su capacidad para almacenar carbono y ser resistentes a la sequía podría ser una herramienta importante para responder al cambio climático. “Pensar en la edad del bosque es un aspecto importante de cómo responderá a la sequía”, apostilla.
119 ESPECIES
Los investigadores utilizaron datos de anillos de árboles a largo plazo del Banco Internacional de Datos de Anillos de Árboles para analizar la respuesta de crecimiento de 21.964 árboles pertenecientes a 119 especies sensibles a la escasez de agua, durante y después de las sequías del siglo pasado.
Los autores se centraron en los árboles en el dosel superior. El dosel del bosque es una zona de múltiples capas, estructuralmente compleja y ecológicamente importante formada por copas de árboles maduros superpuestos.
Los árboles del dosel superior se separaron en tres grupos de edad (jóvenes, intermedios y viejos) y los investigadores examinaron cómo la edad influía en la respuesta a la sequía en diferentes especies de maderas duras y coníferas.
Descubrieron que las maderas duras jóvenes en el dosel superior experimentaron una reducción del crecimiento de un 28% durante la sequía, en comparación con una reducción del crecimiento de un 21% para las maderas duras viejas. Esa diferencia de siete puntos porcentuales aumentó al 17 durante las sequías extremas.
Si bien esas diferencias relacionadas con la edad pueden parecer bastante menores, cuando se aplican a escala global podrían tener «enormes impactos» en el almacenamiento regional de carbono y el presupuesto global de carbono, según los autores del estudio. Eso es especialmente cierto en los bosques templados, que se encuentran entre los sumideros de carbono más grandes del mundo.
(SERVIMEDIA)
Sigue nuestras noticias