Santiago de Chile –
Presenciamos en la ONU un perfilamiento internacional, entre humanismo y antihumanismo.
Desde Latinoamérica surgieron las voces más preclaras, sin rodeos se hicieron las denuncias que se corresponden:
Habló Gustavo Petro ….
«Para las relaciones del poder del mundo la selva y sus habitantes son los culpables de la plaga que las azota. A las relaciones de poder las azota la adicción al dinero, a perpetuarse, al petróleo, a la cocaína y a las drogas más duras para poder anestesiarse más»,
Nosotros les servimos para excusar los vacíos y las soledades de su propia sociedad ….
«….. Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, más afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y de las nuevas esclavitudes. ¿Quieren menos drogas? Piensen en menos ganancias y en más amores. Piensen en un ejercicio racional del poder».
«La ciencia prendió la alarma y dejamos de escucharla. La guerra nos sirvió de excusa para no tomar las medidas necesarias».
…..»cuando más se necesitaban acciones se inventaron una guerra. Invadieron Ucrania, pero también Irak, Libia y Siria. Invadieron en nombre del petróleo y del gas. Descubrieron en el siglo XXI la peor de sus adicciones: la adicción al dinero y al petróleo».
Y más tarde Luis Arce:
Esperaba que este “77 período de sesiones permita continuar fortaleciendo el multilateralismo, para enfrentar, de manera más efectiva, las nuevas y viejas amenazas que acechan a la humanidad”.
“Hoy nos encontramos frente a una crisis capitalista múltiple y sistémica que pone cada vez más en riesgo la vida de la humanidad y del planeta. Si pretendemos un futuro mejor para las actuales y futuras generaciones debemos no solo reflexionar sobre las crisis económica, social, alimentaria, climática, energética, hídrica, y comercial, sino identificar con claridad el origen para cambiar un sistema que reproduce la dominación, explotación y exclusión de grandes mayorías, que genera concentración de la riqueza en pocas manos, y que prioriza la producción y reproducción del capital antes que la producción y reproducción de la vida.”
En esta situación histórica mundial, se manifiestan sus correlatos en cada país del planeta, y los perseguidores de siempre adjetivan como polarización, lo que implicaría fuerzas más o menos parejas en pugna por conseguir que su dirección sea la que se asuma globalmente.
Nada más alejado de lo que ocurre, considerando que quienes hoy definen los destinos de la humanidad, son el 1% de la población mundial; estos han tomado el Poder llevándose por delante cualquier análisis racional, anteponiendo al bien común, sus privilegios insanos y tóxicos para la vida en el planeta.
Así, en aquel debilitado ámbito del multilateralismo, se acuerdan las cuestiones más interesantes, evolutivas y urgentes. Por ejemplo, La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, agenda global de desarrollo, universal y holística. Acuerdo político histórico, firmado por 193 Estados Miembros en septiembre de 2015, que traza un marco para el desarrollo ambiental, social y económico, que elimine la pobreza en el planeta. (con 17 objetivos,169 metas y más de 230 indicadores) Se basa en tres principios: Universalidad; Integración, y Que nadie se quede atrás.
Pero las críticas, la desvalorización, la tergiversación y la degradación descarnada, se toma las redes, y sin avizorar “agua va”, se crea una “realidad” en que las mejores intenciones humanas acordadas, se convierten en algo terrible y peligroso, para las mayorías “informadas” por estas redes.
En Chile por ejemplo, durante varias semanas se han oído voces respecto del apoyo a la continuidad del proceso constituyente, sin embargo, muchas de estas propuestas indican cierto resquemor del mismo, argumentando intervencionismo desde la ONU (Organización de naciones unidas). Como es el caso de la diputada por Antofagasta e integrante del Partido de la gente Yovana Ahumada, quien plantea que desde el PDG “se exigió en las negociaciones la no intervención de la ONU y su agenda 2030”.
Argumentos que se suman a otros anteriores, como cuando desde un tweet se indica que la ONU estaría co-redactando el borrador de la Nueva Constitución como se difundió en redes sociales, a través de la cuenta @andreavander quien publica un tweet que logra más de 150 retweets y 130 me gusta, señalando: “Desde el momento que la Sra. Loncon firmó con la ONU para “co-redactar” la Constitución, la convención queda Nula en base derecho, y debe quedar totalmente disuelta en base a la Ley de la República de Chile”.
Esto fue tajantemente desmentido, ya que este texto que está fechado agosto de 2021 y corresponde al «Memorando de entendimiento entre la Convención Constitucional de Chile y el sistema de las Naciones Unidas«, en el que se explícita que el propósito es «establecer un marco de cooperación que fortalezca la colaboración entre las Partes, con carácter no exclusivo, y habilitar el desarrollo de iniciativas conjuntas entre las Partes y/o con terceros que contribuyan al proceso de elaboración de una Nueva Constitución de la República».
Mucha de esta información tergiversada genera la resistencia de diversos colectivos, que ven con temor infundado, la presencia de este organismo prestando su colaboración y apoyo al proceso de la Convención Constitucional en Chile, argumentando que intentan imponer los planteamientos y ejes de la Agenda 2030; lo que difunden de manera explosiva en las redes sociales, provocando expresiones de rechazo a nivel informativo en el último periodo de campaña, con la consigna primordial “miente, miente que algo queda”.
Por ello no es extraño, que después de la jornada del 4 de septiembre en Chile, exista un ambiente enrarecido, una sensación de desazón, un impulso de tirar la toalla, de cuestionarse si todo ese tiempo invertido en alguien más valió la pena.
Los cierres de campaña del apruebo no son casualidad, en estos, prima el amor al prójimo, el estar movilizados, el sentido de comunidad y encuentro. Por eso duele y no se entiende, por eso algun@s lloran, al ver que surgen esos impulsos que este sistema ha promovido desde su origen; ese individualismo antihumano, que es completamente contrario a nuestra naturaleza, porque si, el sistema es inhumano y nos vuelven inhumanos, nos despoja de nuestra esencia de humanizar el mundo, de hacer para otros y otras porque eso da sentido.
Cuando te movilizas por aquellos que carecen de agua, aquellos que tuvieron que hacer un bingo por una enfermedad, por quienes respiran una muerte lenta viviendo al lado de industrias que su esencia no es el trabajo ni la sustentabilidad, sino el capital, surge la pregunta, ¿qué es la democracia?, ese concepto que desde la antigua Grecia ha mutado a lo largo de la historia, en donde de a poco se ha ido integrando a más actores a participar de esta “fiesta”, como otros dicen.
Porque desde el origen, las grandes mayorías que podían participar excluían a esclavos, mujeres y extranjeros, que irónicamente eran más de 2/3 de la población en aquellos años. Hace no más de 70 años, entraron las mujeres a este concurso de “representación” y así hasta hoy, en que en ocasiones es voluntario y vota menos de la mitad del padrón general, para definir el destino completo de un país.
Los y las humanistas hemos hablado de democracia real, de la participación, pero ¿qué es este actual ejercicio democrático, sino un concurso de popularidad?, en donde personajes de la farándula emergen para ocupar cargos públicos, con discursos que carecen de raciocinio, donde el debate es nulo y las mentiras, el dinero y la desinformación son los verdaderos protagonistas de esta muestra deslavada de “poder soberano”.
La paradoja de validar un sistema antihumano, mediante la participación real por quienes sufren día a día los embates de este, nos hace preguntarnos ¿cuál es la siguiente arma de quienes ostentan el poder?
Y si, se podría decir que esta es la culminación del neoliberalismo, a saber: individuos aislados de lo comunitario, despreocupados por el sufrimiento ajeno, despolitizado y carente de pensamiento crítico.
Por eso la toalla debe recogerse, y seguir en esta ruta de humanización, educación y politización de los diferentes ámbitos de base social, recuperando aquel sentir y validación del otro, evitando que la indolencia y la ignorancia sean nuevamente protagonistas en procesos de participación, y tratando de darle sentido a ese concepto tan voluble que es la democracia.
Redacción colaborativa de Sandra Velásquez, Guillermo Garcés, César Anguita, Rubén Marcos, Sylvia Hidalgo y Odel Soto. Comisión política.
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