Las secuencias siguieron repitiéndose esta semana en Casa de Gobierno hasta el viernes, cuando lo que algunos suponían -o balbuceaban por lo bajo- se concretó.
Después de las clásicas actividades que lleva adelante el jefe de Estado, en las que aprovecha los discursos para defender su gestión, diciendo, entre otras cosas, que su administración generó un millón y medio de trabajos informales y adjudicando los problemas que se sucedieron en estos casi tres años y medio de administración, a la herencia macrista, a la pandemia, a la guerra, y ahora, al cambio climático, expresado en la sequía. Argumentos que no han tenido buena recepción -en este año electoral- sino todo lo contrario.
El mantra de exculpaciones ni siquiera tiene valoración positiva entre los votantes que acompañaron a Alberto Fernández para que llegara al sillón de Rivadavia promovido por Cristina Kirchner. Esas justificaciones se reiteraron el lunes en la localidad bonaerense de Benavidez, en un acto donde se lanzó un programa federal denominado «Mi Pueblo Conectado».
En ese contexto, el Mandatario adelantó, pese al duro trance que se vive, que el 5 y 6 de mayo volverá a salir del país -seguramente con otra de sus numerosas comitivas- para visitar Cancún. Se trata de un cónclave donde se analizará el problema de la inflación en la región. Una cuestión en la que Argentina encabeza -detrás de Venezuela y por varios cuerpos de ventaja- al resto de países invitados a la cita.
Por ejemplo, el propio México, que a través de Andrés Manuel López Obrador hace la convocatoria, tuvo un IPC en marzo del 0,27 por ciento, mientras que la Argentina alcanzó el 7,7%. En el primer trimestre de este 2023, entre otras muestras de las diferencias con América Latina, Bolivia obtuvo un costo de vida del 0,2%, Paraguay del 2,1%, y Colombia -uno de los más altos- del 4,6%, mientras que nosotros llegamos al 21 por ciento.
A partir de que se conoció el dato inflacionario del INDEC, un rumor empezó a apoderarse de los corrillos del Poder. Desde las usinas albertistas circulaba la versión de que Sergio Massa dejaría la cartera de Hacienda, y que quien tenía amplias posibilidades de reemplazarlo era el jefe de asesores presidencial, Antonio Aracre.
El ex CEO de la cerealera suizo-china, Syngenta, que aterrizó en Balcarce 50 poco después de que Fernández tuviera que pedirle la renuncia a Julián Leunda, por aparecer en los chats entre funcionarios de CABA, jueces, espías y empresarios del Grupo Clarín, que se encontraron en la Estancia del millonario Joe Lewis, en Lago Escondido.
Desde el principio, el hombre no cayó bien en el grupo del Gabinete que se referencia en el ala albertista. Tampoco a gremialistas como Pablo Moyano (Camioneros), quien directamente exigió la renuncia del empresario cuando esbozó algún tipo de reforma laboral.
El flamante político también produjo resquemores en la portavocería a cargo de Gabriela Cerruti. La ex diputada, que pretendió desde el primer día que asumió, unificar el discurso presidencial a través de un intento de ejercer un férreo control sobre los off the records, se enteró que Aracre hacía varias jugadas individuales, dando datos de reuniones del Presidente de las que ni ella misma sabía.
Vale decir que en los casi tres meses que estuvo en la sede del Ejecutivo, Aracre se convirtió en el único funcionario que en los últimos años visitó asiduamente la sala de periodistas acreditados en Casa Rosada. Otro malestar para la vocera, que hace mucho dejó de tener contacto directo con los trabajadores de prensa, salvo en sus conferencias de los jueves. La de esta semana, por obvias razones, no se hizo.
En ese barro de disgustos endógenos, “Tony” (como le dicen sus allegados) fue quien le acercó a Fernández un paper con varias propuestas económicas que consideró antiinflacionarias, pero además sugerían una devaluación necesaria que garantice unos meses de “tranquilidad”. Algo que fue visto con beneplácito por el titular del Poder Ejecutivo, quien, desde la intempestiva salida de Martín Guzmán, guarda resquemores con Sergio Massa, a quien él mismo se encargó de sumar a la coalición frentetodista.
Los tiempos y el conflicto se aceleraron cuando, filtrado el texto entre funcionarios y periodistas, explotó el tigrense que continúa siendo apadrinado por la Vicepresidenta. Pese a que Cerruti salió a desmentir a un periodista con un tuit -que para algunos tenía el objetivo de instalar el nombre del desconocido asesor- los celulares incendiados del funcionariado oficialista, obligaron a Antonio Aracre a presentar su dimisión indeclinable. En el momento en que el ex CEO daba la noticia, Fernández discurría en una actividad sobre Ambiente en el CCK.
De ahí en más, todo fue una cadena de incertidumbres que produjeron más presión sobre el billete norteamericano, que en pocos días trepó más de 30 pesos. El jueves, desde Balcarce 50 se intentó frenar la tensión cambiaria con una foto de Massa y Fernández juntos en los jardines de Olivos.
Postal que ni el propio ministro replicó, como suele hacer desde sus redes cuando le interesa que algo tenga difusión e inmediatez. Resultado: El dólar llegó a $432. Por la noche el equipo de comunicación anunció que se anulaba por tercera vez, una visita que el jefe de Estado tenía prevista hace meses a Concordia (Entre Ríos).
Este viernes, el Banco Central hizo desayunar a los argentinos con otro ajuste del cepo a la moneda estadounidense, que afectará los pagos en dólares al exterior.
Una decisión que busca frenar el drenaje de más reservas, pero que a la vez alimenta la sed de billetes verdes. Ante ese temor hubo una colación previa a la apertura de la rueda mercantil: en un mensaje grabado, al estilo del de su ex socia cuando lo proclamó compañero de fórmula en 2019, Alberto Fernández hizo público que no irá por su reelección.
Con imágenes que buscaron la simbología del renunciamiento, el Presidente manifestó en los ocho minutos que dura el material, que “como militante peronista, siempre supe que primero estaba la Patria, después el movimiento y, por último, los hombres”. Hizo un repaso de lo que considera positivo de su gestión, y reconoció que “no logramos todo lo que nos propusimos, nos duelen las familias en condición de pobreza y nos duelen los bajos ingresos”.
Como viene expresando en sus alocuciones, el Mandatario volvió a apuntar contra la oposición al señalar que el peronismo es “el espacio que garantiza que no volverá la derecha a traernos su pesadilla y su oscuridad”. En la previa a la cumbre del PJ, Fernández recibía elogios de sus funcionarios más próximos, que a su vez, se mezclaban entre los posibles candidatos en ir a competir a las PASO.
Entre ellos, los cercanos Daniel Scioli (Embajador en Brasil) y Agustín Rossi (Jefe de Gabinete). En la lista también están Eduardo de Pedro (Interior), Juan Grabois (MTE) e inclusive el jefe de Hacienda Sergio Massa, en quien Fernández parece dejar la responsabilidad de la gestión y los resultados electorales, a los que por propiedad transitiva adjudica a CFK.
Los gobernadores se sumaron al coro de los que quieren fórmulas federales en donde se tenga en cuenta, entre otros, a Juan Manzur (Tucumán), Sergio Uñac (San Juan) y Jorge Milton Capitanich (Chaco). La Cámpora, por su parte, salió a decir que la iniciativa de Alberto F. “abre una nueva etapa para reordenar las prioridades”.
Lo cierto, es que, pese a este clímax en el mundillo político, en lo económico -y hasta el momento- nada parece reordenarse. El dólar blue quedó por arriba de los 440 pesos, con saltos que fueron hasta los $445. La inflación núcleo de abril viene en torno del 7% y el dato anualizado de tres cifras seguirá su camino al 110% -que estima el Banco Central- o el promedio de las consultoras privadas que alcanza el 114%.
La política nacional influyó para obtener estos guarismos, ahora serán estos guarismos los que influirán en materia de definiciones políticas.
Juan Pablo Peralta, periodista acreditado permanente en Casa Rosada y el Parlamento de la República Argentina para Política&Medios y Globatium