Por: Carlos Martínez Marquez
‘Aquel que más posee, más miedo tiene de perderlo’’ Leonardo Da Vinci.
Aturdido, lerdo y desconcertado, así lucia en sus últimos días, el peregrino afortunado, cuya virtud le fue concedida para cumplir el anhelo de sus sueños, como la de ostentar un poder efímero en la que tan solo deja una macula de frustración y caminos angostos y zigzagueos.
El camino es demasiado largo y por eso se le hará cuestarriba el retorno a su punto de partida, no le queda mas remedio, que comprar un pasaje de ida y llevar lo que tiene encima: ‘’el peso de una historia que deslumbra y crea en su génesis, la incipiente lucha que solo él podía socavar sus alas para volver a su propia realidad’’.
¿Para que ostentar lo que resulta vulnerable con el transcurrir del tiempo como lo es el poder? Nadie ha podido en vida volar tan alto y acercarse al Sol sin que sus alas se fundan como aquel Icaro que intento desafiar la estridencia de los vientos y que inexorablemente lo hicieron precipitar al vacío.
Sin sequitos que le acompañen en sus horas oníricas que le hagan meditar sobre el futuro que le depare o, si acaso, en los momentos de tribulaciones en la que no encontraría la calma después de tempestades que fueron de incertidumbres para aquellos que se ahogaban en los estertores de tormentos e inseguridades.
La ingenuidad del hombre es inmensa; el mismo piensa que todo tendrá espacio en sus bolsillos y en sus manos…todo lo que el poder derrama es una oda que nunca termina en ‘’happy ending’’, sino, en un epitafio que consterna [fruto de sus propias debilidades y torpezas]. No hay otro modo de prescripción contra ese mal que deriva del poder como la soledad. La grandeza de un gobernante o de un atleta de alto rendimiento, es que estando en el pináculo de su carrera, sepa darse una ‘’tregua’’ o en su defecto, un retiro grandioso, que le permita ser un referente carismático, sin dar pie al hastío de los demás.
El hombre que actúa con humildad, vera con claridad el acontecer de los días y las noches sin contratiempo y sin malos presagios que hipotequen su ego y lo reduzca a la quiebra moral, lo que le daría serenidad e inteligencia de crecer internamente. Y seguir labrando espacio para la meditación que le ayudara grandemente a enaltecer su espíritu y fortaleza.
En la siquis de un gobernante quedan cosas inconclusas, nunca será suficiente lo que haga, eso es caldo de cultivo para querer seguir en la cima sin que los vientos soplen en su contra. La cuestión es que al parecer el ‘inquilinato palaciego’’ no se preparó para salir por la puerta frontal sin que hubiera necesidad de clausurar la trasera. Por vez primera, en muchísimo tiempo, dejaron plantada a la democracia en el Congreso Nacional con el ‘’moño hecho’’.
El pueblo es quien ordena, quita y pone cuando todo le parece no cuadrarle. La política es arte, pero detrás de ella hay pruritos patógenos que desgracia a quienes obran de mala forma y mala fe. No hay necesidad de concluir la obra como un (TERMINATOR) sin un ‘’hasta la vista baby’’.
El autor es Columnista-articulista.