Benditos sean para siempre…
El niño y la niña solitarios es un producto de nuestro tiempo. Puede ser, sin duda, que se desarrolle como consecuencia de una conducta familiar problemática. Muchas veces, en nuestro afán de escritores de artículos de opinión te introduces en un mundo hostil, como esos niños saharauis que, tras pasar una temporada más o menos largas-con familias de acogidas europeas-,han de regresar a la dura realidad del desierto y los campos de refugiados. Ahora nuevamente se convierten en niños/niñas solitarios. En confianza: nos hemos equivocado…por activa y por pasiva.
La conducta de los padres –de ella y él–, repercute en el niño/a como consecuencia de ser el elemento familiar más vulnerable. Se puede consolidar de esta forma una enfermedad que tiene actualmente cierto desarrollo: la depresión infantil.
En el mundo del niño es de suma importancia que reciban afecto–sentirse queridos y protegidos, por sus progenitores, o, en su defecto, por las personas que los sustituyan cuando éstos faltan por muerte, desidia, abandono… La separación o divorcio de los padres, es prudente decir, que repercute de una forma directa en el desarrollo de la personalidad y conducta de los niños, que son la esperanza del mañana… Valiéndonos de un simple recordatorio, y, en voz alta lo digo, sabemos que el recién nacido, o neonato, niño/a conecta con los demás seres humanos pasando prácticamente por todas las circunstancias de la vida: la educación, el trabajo, la familia, etc. De tal manera es así que, las relaciones sociales posteriores, resultarán imprescindibles para desarrollar sus propias aptitudes junto con sus respectivas personalidades. ¡Qué felicidad de niños cuando son bebes bien queridos…! Me comentaba un joven, que se dedica a la enseñanza algo que resulto ser muy hermoso y edificante: “Si vieras, Mariano, cuando voy a recoger a los pequeños-de tres y cuatro años-al autobús, traen… ¡unas caritas de sueño!”. Y continuó diciéndome: “Después, una vez en clase, se me echan en mi regazo y me dicen: tú eres mi mamá, haces de mi mamá…”. Yo le sonsaqué que cómo reaccionó después de todo esto, y me dijo…que “cantándoles una nana: ¡Duérmete niño, duérmete rey!/ Eres mi vida, mi atardecer”. Mas hay que conseguir, de una vez por todas, que “el cometer errores” no se convierta en costumbre, y por costumbre los sigamos cometiendo. Los niños/as por sí mismos no pueden proyectar ni elaborar su propia educación, que tenga la imprescindible consistencia para que, y en un futuro, encasillar ideas y patrones de conducta que les sirvan de referencia fiable. Y es que existen padres que se contradicen en las relaciones interpersonales o sociales, sin actuar de acuerdo con las ideas que predican: esto no hace nada bien, y todos lo sabemos, al niño que vive en el entorno familiar. Los menores, cuando niños, acuden al colegio se hallan con profesores y compañeros con patrones socioculturales muy diferentes, incluso con los aprendidos en el hogar conyugal: se encuentran solos ante el peligro. Si sus progenitores han de cambiar de domicilio, y en otra ciudad diferente, aquellos han de acomodarse a nuevas amistades con niños, quizá, con distintos comportamientos y costumbres. En los centros educativos han de existir profesores y profesoras que ejerzan la enseñanza con verdadera vocación, teniendo ciertas y verdaderas habilidades para penetrar en los corazones de los menores. ¡Enseñar es un verdadero privilegio para quienes practican este arte!
Los niños, y esto está comprobado, hacen los que ven y oyen. Es decir, imitan a sus padres. Los numerosos trastornos psicológicos y psicopatológicos, que se manifiestan durante la infancia, a veces, cuando llega la adolescencia, son debidos al entorno familiar en que han vivido. Ser niño se ha convertido en una esclavitud, y de esto no me cabe la menor duda, que se está fomentado más y más cada día que pasa. Lo vemos con nuestros propios ojos: tantas y tantas son las forma de explotación de menores, a saber: trata infantil–de niños/as–, explotación sexual con fines lucrativos, trabajos en minas de la muerte, trabajos en la agricultura, los denominados «Niños soldados” creados como escudos humanos para una muerte cierta, matrimonios infantiles forzosos, esclavitud domestica por parte de sus propios padres, abusos sexuales cometidos por los últimos, pederastia( cuando el menor tiene menos de 16 años).
En la Declaración de los Derechos del Niño [1.Proclamada por la Asamblea General en su resolución 1386 (XIV), de 20 de noviembre de 1959] se estableció lo siguiente: Principio 1: El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta Declaración. Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia. La Asamblea General de las Naciones Unidas, y en su reunión celebrada en mayo de 2002, aprobó por consenso la afirmación “Un mundo apropiado para nosotros”, con la finalidad de tomar las medidas pertinentes para estimular y proteger los derechos de todos los niños del mundo, que fueran menores de 18 años. A mayor abundamiento, según una de las principales conclusiones del informe ‘Encuesta infantil 2008′, presentado por la Universidad de Comillas (Santander), el 30 por ciento de los menores españoles–comprendidos entre 6 y 14 años–sienten la soledad, la soledad en su propia casa aunque muchas veces cuenten con la presencia de sus propios padres. Pero…cuántos niños están sintiendo la soledad en sus propias carnes, al encontrarse solos leyendo un libro-sin la presencia del padre o de la madre- porque están trabajando, o están divorciados, o se van de marcha, o no les da la real gana…de encontrar el momento oportuno para atender a sus retoños, hallándose éstos muchas veces, por desgracia, a solas con sus libros…: son los niños/as solitarios del sigloXXI. Millones de niños experimentan, y por distintas causas–desastres naturales, guerras provocadas, abusos sexuales por parte de propios y extraños…–, en sus propias carnes. Los niños/as –uno piensa–que deben ser tratados como seres que se están haciendo día a día. No, como personas inferiores o más débiles; si, como seres humanos a los que tenemos que informar de la verdad de las cosas, sin hipocresías…, sin mentiras piadosas y, sobre todo, no se les debe engañar nunca jamás. ¡Fuera tabúes!.., haciéndoles llegar una información de vida sexual sana adecuada a sus edades. El sistema capitalista actual–que es el menos malo, en mi modesta opinión–, exige que los miembros de un matrimonio–pareja–trabajen. Es decir, que ganen dinero a fin de pagar, facturas, recibos y alimentos. Como Dios–El Dios de todas las religiones–manda. Esto hace que nuestros hijos–mucho más los americanos–, estén más tiempo en los centros educativos que en el hogar familiar… Los valores humanos se resquebrajan, y los pequeños pierden cariño, afecto, intimidad personal…Tras más de treinta de democracia, entiende uno que los españoles hemos aprendido a ser comunitarios. Hemos aprendido a qué tenemos derecho y a qué no. Hemos aprendido cuáles son nuestros derechos y obligaciones como ciudadanos, aunque mucho nos queda aún por aprender. Y hemos aprendido también a hipotecarnos–de por vida–, en la compra de piso: como si uno no tuviera más remedio que hipotecarse a cualquier precio: pagando en cómodos plazos de veinte, treinta o cuarenta años… ¡Dios mío! Quizá me entierren sin haber pagado el pisito… No debemos tener miedo y comentar –con los menores–, que en el amor–relación entre hombre y mujer–: el hombre ataca y la mujer cautiva, o viceversa, el hombre cautiva y la mujer ataca. ¡Qué más da…! Los niños/as dan y desean recibir amor, y, desde pequeños, son receptivos a éste. Sin amor el niño–hombre mañana–crece entre el olvido y la oscuridad. Evidentemente existe la ‘Inteligencia Infantil’, y sabemos que, el niño o niña posee ésta en vías de desarrollo. Pero hemos de comprender que, la facultad que tienen los menores para aprender, ha de estar motivada por la enseñanza para que más tarde se adapten al medio ambiente: desarrollo cultural, verbal, problemas concretos, situaciones problemáticas…: a todo esto se le llama enseñanza por antonomasia. Nadie pone en cuestión que, hoy por hoy, la sexualidad–en el ser humano–, ha subido el escalón de ser un mero instinto animal–que lo es–, para convertirse y ser considerada una ciencia: la sexología. “Dar (robar) un casto beso en la mejilla de una compañera de clase–de seis años de edad–, pudo acarrear una expulsión temporal del colegio por acoso sexual”, al menos esto es lo que ocurrió en EE.UU. en octubre de 1996.Fueron niños los protagonistas del hecho. Y, sin embargo, no podemos obviar que estamos hablando de un país muy determinado, excesivamente puritano. No podemos olvidar tampoco que “los padres” de la patria americana eran y son, precisamente, puritanos, que habían emigrado de las Islas Británicas. No debemos olvidar que los americanos son pragmáticos, que apoyan todo su poder en las consecuencias prácticas de los hechos: el dólar, su dólar…vil metal. Los Gobiernos–que pagan a los que enseñan–,entienden que sale más barato dictar normas y leyes–que repriman y sancionen actos y conductas humanas–, que educar. En un país-EE.UU. –donde existen sobre 30 millones de homosexuales (gais y lesbianas): respeto a los genéticos, pero hemos de entender a aquellos que escogen esta opción sexual…–, parece indicativo que dicha sociedad está haciendo agua por los cuatro costados en cuanto a moral y educación sexual. Más no hemos de rasgarnos las vestiduras: existen gay y lesbianas en todas las religiones. Han llegado a la luna, pero navegan inseguros por la propia tierra… La Coruña, 30 de noviembre de 2020 ©Mariano Cabrero es escritor
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