Azazel
Emily, se había quedado como profesora becaria con algunas horas de clase en Harvard. Landong era una autoridad en aquel momento y no quería que nadie le hiciera sombra. Emily suponía una gran sombra para el afamado profesor, pues él sin duda sabía sobre sistemas de encriptación, pero no lo sabía todo. La joven historiadora sabía mucho más sobre manuscritos religiosos y en completo extremo con Langdon ella se declaraba creyente. Con el proyecto Tras las Huellas, financiado en parte con material humano y económico de la Universidad de California y la propia Harvard, podrían acudir a Europa, a España, tras las pistas que Emily desentrañó.
En uno de sus artículos de estudiante “trepa” nuestra joven Emily Gardner había refrendado que el cifrado Atbash utilizado por Landong en el Código da Vinci, no era nada del otro mundo. Atbash es un tipo de cifrado (criptografía) del alfabeto hebreo, es decir, la primera letra se reemplaza por la última, la segunda por la penúltima, y así sucesivamente. Atbash era un método muy común de cifrado. Se le denomina también método de espejo, pues consiste en sustituir la primera letra (álef) por la última (tav), la segunda (bet) por la penúltima (shin) y así sucesivamente. Uno de sus usos más célebres se dio en el libro de Jeremías,1 donde a fin de no nombrar Babilonia (בבל, Babel) se utiliza el término, en atbashSesac (ששך, Sheshakh).
Aquello no era nada con los nuevos sistemas de encriptación. Emily aprendió a descrifrar con la obra El escarabajo de oro de Alla Poe y otros más de Jules Verne, por ello, aprendió el francés. Total, que no le pareció nada del otro mundo todo ese entramado novelesco cuyo protagonista Langdon no paraba de correr, película tras película.
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