Pues no es justo. Objetivos que se logran en la cancha, deportivamente sufridos, no puedan materializarse por dinero. Eso me lleva a una reflexión recursiva en mis escritos. El deporte ya no es igualitario desde que se convirtió en un negocio. En Europa no hay mecanismos para que los clubs grandes ayuden a los pequeños. Es muy de acá el eliminar a los adversarios que te pueden hacer sombra. Ahora le toca al Gran Canaria de baloncesto el renunciar a jugar la Euroliga, plaza que se ganó al conquistar brillantemente, este año, la EuroCup. Ya lo anunció su presidente, el exjugador Sitapha Savané, que no va poner en riesgo al equipo ni especular con que no tenga jugadores disponibles para hacer un buen papel en la Liga ACB española.
El problema de estos equipos humildes, que trabajan duro, y consiguen metas deportivas por encima de sus posibilidades económicas, es que no pueden desarrollar su potencial. El equipo de las Islas Canarias está financiado, en parte, por el Cabildo de Gran Canaria. Está claro que el equipo hace una promoción de la isla que atrae a inversores. De ahí, la publicidad que muestran de Dreamland, los estudios de cine que se fabrican en la isla con una inversión de 140 millones de euros. Esperemos que, el año que viene, la Eurocup atraiga más inversores que se den cuenta que la visibilidad que da el deporte que sale de nuestras fronteras es un negocio seguro.
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