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Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura: Un llamado a la justicia, la reconciliación y la solidaridad

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Punta de Vacas, Argentina – Pressenza IPA

El 26 de junio se conmemora el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, una fecha designada por las Naciones Unidas para recordar y reafirmar nuestro compromiso de erradicar esta cruel violación de los derechos humanos. Este día nos invita a reflexionar sobre las terribles consecuencias de la tortura y a unirnos en solidaridad con las víctimas, al mismo tiempo que nos comprometemos a promover la justicia y prevenir futuros actos de tortura en todo el mundo.

El Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura es una oportunidad para dar voz a aquellos que han sufrido tortura y abuso, así como para honrar la valentía de las personas que han sobrevivido a estas atrocidades. Se busca generar conciencia sobre la necesidad de proteger y rehabilitar a las víctimas, y de responsabilizar a los perpetradores de estos actos inhumanos.

La tortura es una de las violaciones más graves de los derechos humanos, y su prohibición está consagrada en numerosos tratados y convenciones internacionales. La Declaración Universal de Derechos Humanos establece claramente que «Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes». Sin embargo, a pesar de estos principios universales, la tortura persiste en muchas partes del mundo, afectando a personas de todas las edades, géneros y orígenes.

Las secuelas físicas y psicológicas de la tortura son devastadoras y duraderas. Las víctimas pueden sufrir lesiones graves, discapacidades físicas, trauma emocional, trastorno de estrés postraumático y otras consecuencias a largo plazo. La tortura no solo afecta a las personas directamente involucradas, sino también a sus familias y comunidades, generando un ciclo de sufrimiento y desconfianza.

En el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, es fundamental destacar la importancia de la rehabilitación de las víctimas. La atención médica, psicológica y social adecuada es esencial para ayudar a sanar las heridas físicas y emocionales, y para promover la reintegración de las personas en la sociedad. Además, es imperativo que los responsables de la tortura sean llevados ante la justicia y rindan cuentas por sus acciones. La impunidad solo perpetúa la violencia y la injusticia.

La prevención de la tortura es un objetivo fundamental para asegurar un mundo libre de esta atrocidad. Los gobiernos, las organizaciones de derechos humanos y la sociedad civil deben trabajar juntos para promover la educación en derechos humanos, fortalecer los mecanismos de protección y monitoreo, y garantizar la implementación efectiva de las leyes y normas internacionales. La erradicación de la tortura requiere un compromiso constante y la colaboración de todos los actores involucrados.

En esta oportunidad nos parece pertinente recordar las palabras de Silo cuando -en las Jornadas de Inspiración Espiritual realizadas en plena Cordillera de Los Andes- señalara: «En esas relaciones dolorosas que hemos padecido no estamos tratando de perdonar ni ser perdonados. Perdonar exige que uno de los términos se ponga en una altura moral superior y que el otro término se humille ante quien perdona. Y es claro que el perdón es un paso más avanzado que el de la venganza, pero no lo es tanto como el de la reconciliación.

Tampoco estamos tratando de olvidar los agravios que hayan ocurrido. No es el caso de intentar la falsificación de la memoria. Es el caso de tratar de comprender lo que ocurrió para entrar en el paso superior de reconciliar. Nada bueno se logra personal o socialmente con el olvido o el perdón. ¡Ni olvido ni perdón! porque la mente debe quedar fresca y atenta sin disimulos ni falsificaciones. Estamos considerando ahora el punto más importante de la Reconciliación que no admite adulteraciones. Si es que buscamos la reconciliación sincera con nosotros mismos y con aquellos que nos han herido intensamente es porque queremos una transformación profunda de nuestra vida. Una transformación que nos saque del resentimiento en el que, en definitiva, nadie se reconcilia con nadie y ni siquiera consigo mismo. Cuando llegamos a comprender que en nuestro interior no habita un enemigo sino un ser lleno de esperanzas y fracasos, un ser en el que vemos en corta sucesión de imágenes, momentos hermosos de plenitud y momentos de frustración y resentimiento. Cuando llegamos a comprender que nuestro enemigo es un ser que también vivió con esperanzas y fracasos, un ser en el que hubo hermosos momentos de plenitud y momentos de frustración y resentimiento, estaremos poniendo una mirada humanizadora sobre la piel de la monstruosidad.

Este camino hacia la reconciliación no surge espontáneamente, del mismo modo que no surge espontáneamente el camino hacia la no violencia. Porque ambos requieren de una gran comprensión y de la formación de una repugnancia física por la violencia.

No seremos nosotros quienes juzgaremos los errores, propios o ajenos, para eso estará la retribución humana y la justicia humana y será la altura de los tiempos la que ejercerá su dominio, porque yo no quiero juzgarme ni juzgar… quiero comprender en profundidad para limpiar mi mente de todo resentimiento.

Reconciliar no es olvidar ni perdonar, es reconocer todo lo ocurrido y es proponerse salir del círculo del resentimiento. Es pasear la mirada reconociendo los errores en uno y en los otros. Reconciliar en uno mismo es proponerse no pasar por el mismo camino dos veces, sino disponerse a reparar doblemente los daños producidos. Pero está claro que a quienes nos hayan ofendido no podemos pedirles que reparen doblemente los daños que nos ocasionaron. Sin embargo, es una buena tarea hacerles ver la cadena de perjuicios que van arrastrando en sus vidas. Al hacer esto nos reconciliamos con quien hayamos sentido antes como un enemigo, aunque esto no logre que el otro se reconcilie con nosotros, pero eso ya es parte del destino de sus acciones sobre las que nosotros no podemos decidir.

Estamos diciendo que la reconciliación no es recíproca entre las personas y también que la reconciliación con uno mismo no trae como consecuencia que otros salgan de su círculo vicioso aunque se pueden reconocer los beneficios sociales de semejante postura individual».

En el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, renovemos nuestro compromiso de luchar contra esta violación de los derechos humanos y apoyar a quienes han sufrido sus terribles consecuencias. Alzamos nuestras voces en solidaridad con las víctimas, promoviendo la reconciliación, la justicia, la rehabilitación y la prevención de la tortura en todo el mundo. Juntos, podemos construir un futuro donde se respete la dignidad y la integridad de cada individuo.

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