Por: Raúl Hernández Lima

El Real Madrid llegó al Martínez Valero a enfrentar un Elche agrandado por la situación, agarrado a una ilusión que le hacía olvidar la pelea por el descenso en liga.

Los franjiverdes se frotaron las manos sabiendo también que los blancos, aparentemente, no prestan atención a la Copa del Rey, una falacia en toda su dimensión, pero sí es allí donde han sufrido los descalabros más humillantes.

El Madrid puso una alineación alternativa, si es que eso existe en un club de su envergadura. Eso sí, no es un error pensar que Luka Jovic, Fede Valverde y Eduardo Camavinga merman notablemente las prestaciones de Karim Benzema, Luka Modric y Toni Kroos.

El partido se dejaba minutos como ansiando llegar pronto al final, un primer tiempo ramplón obligó a Carletto Ancelotti a cambiar la sala de máquinas, colocando el medio de gala, y casi antes del final metió a Isco por Jovic que cada vez hace menos por tener minutos.

Y llegó la prórroga que bien valió el partido. El empuje madridista causaba problemas a la zaga ilicitana pero en una contra del local el principal aprecio un pisotón dudoso de Marcelo que le costó la tarjeta roja.

Luego del cobro libre Gonzalo Verdú recogió el rebote de su disparo en la barrera y acertó en la réplica el pie de Dani Ceballos que dejó descolocado al arquero Lunin. El 1-0 confirmaba el infortunio de los merengues que debían remontar con uno menos.

Entonces se vio por qué es el club más ganador de la historia. Nada menos que con dos futbolistas que casi no cuentan para el técnico italiano, Isco y Hazard, resolvió en un instante para celebrar con euforia la remontada y el pase a cuartos cuando algún entusiasta le daba por muerto.

La otra cara de la moneda fue el Barcelona de Xavi Hernández Creu. El equipo blaugrana mostró carencias tácticas. Fueron prolijos e inofensivos ante un Athletic punzante y vertiginoso, como si tener la pelota fuera el fin y no el medio.

Dos veces empataron los culés un partido que merecían ganar los leones en su templo de San Mamés. El descuento parecía un trámite cuando Pedri obligó la prórroga que no debió jugar el local por merecimiento.

Allí el Barça postergó el letargo y sufrió en defensa como acostumbra sin un plan de emergencia. Ansu Fati regresó a la enfermería con el rostro del hartazgo por no concretar una recuperación definitiva mientras su equipo desertaba de la Copa por el penal de Alba que aprovechó Muniain pletórico para mandar a la redel 3-2 definitivo.

Fue una tarde de prórrogas donde el Athletic Club de Bilbao se redimía de su caída en Supercopa frente a un Madrid que hoy también se apuntaba a los cuartos de Copa del Rey mientras el Barça compraba el boleto de regreso a casa.

(Tomado de Jit)