Desde el viernes pasado, el Poder Ejecutivo Nacional estuvo a cargo de la vicepresidenta, Cristina Kirchner, debido a que Alberto Fernández partió con una comitiva de más de 40 personas (a la que el Gobierno denominó “reducida”) rumbo al Caribe, para participar de una cumbre de jefes de Estado iberoamericanos. Casa Rosada quedó con sus pasillos, galerías y patios internos casi desiertos.
Desde Santo Domingo llegaban imágenes de un mandatario local relajado y sonriente con una “Camisa de Yucatán”, algo así como una guayabera digna de ese paradisíaco paraje antillano. La lejanía de la crisis económica argentina -y de la feroz interna del Frente de Todos– dejaba ver como toda la delegación vivía un clima de distensión, que fue matizado con declaraciones rimbombantes de un Fernández que se siente más presidente cuando está a miles de kilómetros del país.
Ante los asistentes al evento, que encabezó España y Portugal, el jefe de Estado argentino pidió cambiar drásticamente el sistema financiero mundial y reiteró el pedido al FMI para que elimine las sobretasas que cobra a sus acreedores. Algo que su exministro Martín Guzmán no negoció de antemano al pactar un nuevo acuerdo de endeudamiento con el organismo financiero internacional, con el fin de pagar el préstamo multimillonario (de 45 mil millones de dólares) que se le otorgó a la administración de Cambiemos.
El jefe de Estado logró, con este nuevo tour, no estar presente en los actos conmemorativos del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Sabía que habría críticas a su gestión desde el ala kirchnerista del oficialismo. Fue Máximo Kirchner quien le envió un mensaje a esa nueva impronta anticristinista que lo impele a ir por una reelección, que la mayoría considera imposible. “Si alguien se enoja, vamos a elecciones y la sociedad define”, sentenció el diputado hijo de la titular del Senado nacional.
A través de off the records, como es costumbre, el albertismo celebró que sus ex socios en la coalición gobernante aceptaran que habrá una PASO inevitable. De todos modos, los leales a Fernández siguen pugnando para que CFK no utilice el dedo para bendecir a un candidato, como hizo en 2019 con el actual mandatario. “Ya quedó atrás la reelección. No hay sectores que planteen eso”, respondió desde la Provincia de Buenos Aires, Andrés “Cuervo” Larroque, desestimando las aspiraciones de ese sector minoritario de la deshilachada alianza.
“Al menos esta vez no nos putearon públicamente”, apuntó irónicamente un colaborador presidencial que no fue invitado al chárter AR-1019 de Aerolíneas Argentinas que suplió al nuevo avión oficial que salió USD 23 millones, y que no fue utilizado en esta ocasión por tener pocas plazas (39), y no estar ploteado en tiempo y forma.
Cada vez son más los heridos que va dejando la pequeña mesa chica que rodea al Presidente, que se radicaliza cada vez más, y de manera proporcional- a la cuenta regresiva del mandato que queda. La semana que viene, la secretaria de Comunicación y Prensa de la Presidencia (además de Portavoz), Gabriela Cerruti, intentará avanzar con la, varias veces anunciada, “resolución” que impondrá requisitos proscriptivos a los periodistas “molestos” acreditados en Balcarce 50. Algo que preanuncia un escándalo de proporciones, ya que fueron varios los intentos del equipo de la vocera por limitar la tarea dentro de Casa de Gobierno de los trabajadores de prensa. Material que está registrado y muestra cómo los subalternos al primer Mandatario imparten órdenes ilegales –porque violan la Libertad de Prensa y Expresión- a Casa Militar y a otros sectores de la sede del Ejecutivo, para impedir el desempeño del periodismo en el centro neurálgico de la información en la República Argentina.
Confirmada la bilateral con Joseph Biden en la Casa Blanca, Cancillería, pero en particular el embajador argentino en Estado Unidos, Jorge Argüello, armaron una agenda de actividades –contra reloj- para el Presidente y su pareja, Fabiola Yáñez en Nueva York. Lo que se pudo hacer fue organizar cónclaves con el secretario General de la ONU, António Guterres, del que se informó oficialmente que se le reiteró el pedido de intervención por el tema de la soberanía de las Islas Malvinas.
El otro encuentro que se pudo establecer a las apuradas, fue con la mandamás del Consejo de las Américas, Susan Segal, quien conformó una mesa de referentes de fondos de inversión, bancos y empresarios para que tuvieran un diálogo con Alberto Fernández, quien hubiera preferido que tal acontecimiento no se hubiera dado, debido a que después de la diplomacia se pasó directamente al terreno de los cuestionamientos por las políticas que lleva adelante la administración central argentina.
Esto, obviamente fue negado por el círculo áulico del Presidente, quien además tuvo sus momentos de esparcimiento, tanto en el hotel de lujo donde se instaló dos días con sus acompañantes, nos referimos al Park Hyatt -de 3.500 a 4.900 dólares la noche- y hacer algo de entrenamiento por el atractivo Central Park. Por su parte, a Yañez se le organizó una reunión con Inés Katzenstein, curadora de Arte Latinoamericano del MoMA (Museum of Modern Art).
Finalmente llegó el momento más deseado por Fernández, Vitobello (Secretario Gral de la Presidencia), Santiago Cafiero (ministro de Relaciones Exteriores), la vocera Cerruti, y quienes se sumaron al numeroso grupo en Washington: Sergio Tomás Massa (Economía) y Aníbal Domingo Fernández (Seguridad), entre otros: Ingresar a Pennsylvania 1600 y ubicarse en el Salón Oval para obtener varias fotos con el líder demócrata, quien tuvo que postergar esa bilateral en dos oportunidades.
De manera exultante, el cortejo de funcionarios locales se dejó filmar por los cronistas cuando marchaba a paso redoblado hacia la Meca del capitalismo mundial. Terminados los saludos de rigor, Biden y Fernández, con apuntes en su pierna derecha, dialogaron ante la prensa. El mandatario argentino le agradeció a su homólogo la ayuda de Norteamérica en la pandemia con la entrega de vacunas, y también ante el Fondo Monetario en las negociaciones por la deuda. A su vez, le solicitó que su país siga apoyando a la Argentina en medio de la peor sequía desde 1929, señaló.
Hubo referencias a la guerra en Europa, a la que Fernández ahora condenó y denominó “invasión”, subrayando los problemas que genera como la falta de alimentos, energía, y el cambio climático. Le apuntó a su par que deben trabajar juntos con el fin de debatir iniciativas para poner fin al conflicto bélico.
Más tarde llegó la reunión privada y punto seguido, las controversias entre lo que informó el propio Presidente argentino -en conferencia de prensa- y lo que publicó la Casa Blanca. Tanto sobre los temas tratados así como algunos dichos, como por ejemplo la herencia, que según remarcó Fernández, Biden compartió con él “en reiteradas oportunidades” recibieron ambos por parte de los gobiernos que los precedieron (el de Macri y Trump). Asimismo, se dieron diferencias en los tiempos de duración de la audiencia, algo que la prensa oficial eludió debatir.
Massa tuvo su promesa de obtener respaldo por parte del principal accionista del FMI (EEUU) y se quedó procurando que se flexibilicen algunas metas acordadas con el órgano crediticio global, como la cantidad de reservas que debería tener el Banco Central, y a las que no se está pudiendo llegar (USD3.000 millones). En ese contexto, el tigrense va por un dólar “Soja” 3 y la unificación de tipos de cambio para el sector agroexportador. La preocupación llegó cuando, en medio de la gira, el blue trepó a $397, y aunque luego retrocedió entre tres y cuatro pesos, en los alrededores de Plaza de Mayo, los clásicos “arbolitos” lo ofrecían a $399. Vale tener en cuenta que la devaluación en cuotas se da con una moneda estadounidense a 215 pesos, y con los financieros que pican por arriba de los $400.
En el marco de ese proceso, no sorprendió lo que se veía venir debido a la última inflación de febrero, del 6,6% y las anteriores, que acumuló en 12 meses 102,5 por ciento. Hablamos de los números de la pobreza, que según datos oficiales del INDEC, alcanzó en el último semestre del año pasado, una pobreza del 39,2% (18,6 millones de argentinos) y 8,1%, (casi 4 millones de habitantes), que sobreviven en la más impiadosa indigencia. Como la foto es vieja, varias consultoras estiman que esa cifra hoy debe estar cerca del 42%. Un guarismo que confirma que las políticas del FdT, no sólo no han mejorado la debacle que dejó el macrismo, sino que la han potenciado.
Al retornar al país, el jueves a la mañana, el presidente Fernández no tuvo otra agenda que dar una entrevista al medio de un empresario muy cercano a él desde hace tiempo. Desde Olivos resaltó la cita concretada con Joe Biden y se mostró envalentonado a la hora de referirse a su gestión y a la posible candidatura que fogonea a tientas. Con los bríos de Washington DC aún en sus palabras, aseguró que en muchas provincias del país hay desocupación cero.
En referencia a las peleas endógenas que se intensifican en la alianza gobernante, espetó que él está en contra de los personalismos, en clara alusión a quien lo ungió en la fórmula ganadora en 2015, Cristina Kirchner. La excusa fue comentar la decisión de Mauricio Macri de no participar en las próximas elecciones, ya que lo suyo, a su entender, no fue un acto de grandeza sino un sincericidio.
Asimismo, puntualizó que, pese a que no tiene como prioridad ahora ir por otro período, si es el mejor candidato del peronismo, competirá, y si hay otro, lo apoyará. Por la tarde, se supo en Balcarce 50 que el mandatario se bajaba de una visita que tenía prevista a Concordia (Entre Ríos). No hubo explicaciones, hasta que una vez leídas en profundidad las cifras de la temible cantidad de pobres, esa ciudad era la que más habitantes en esa situación tiene: 55,2 por ciento de sus ciudadanos.
Nadie del Gobierno se refirió al respecto. Únicamente, Eduardo «Wado» de Pedro, ministro del Interior, y a la sazón, delegado de CFK en Rosada, aseveró que el balance de la gestión del FdT «es negativo». Lo hizo antes de que Marco Lavagna (INDEC) liberara los datos que de todos modos, son injustificables para propios y extraños.
El viernes, antes de las 15 hs, la banderita pequeña que flameaba en el mástil de la Rosada, debajo de la más grande, notificó que el Presidente -en teoría- estaba en su despacho. Hasta su partida otra vez en la aeronave oficial no se informó detalle alguno sobre su actividad, pese a las insistentes consultas del periodismo que trabajaba en la sala de prensa del primer piso.
En la madrugada, un hecho luctuoso, que marca y grafica los tiempos que corren, se dio a metros de la sede gubernamental. Una beba de tres meses, en situación de calle con su familia, perdía la vida debajo de la recova que da a las puertas de la ahora Secretaría Industria y Desarrollo Productivo. Desesperados, sus padres pidieron ayuda a los efectivos de la Policía Federal que custodian la Casa de Gobierno. Los uniformados llamaron al SAME, pero ya era tarde, la niña no tenía signos vitales.
La madrugada, más fresca que las últimas, la estadía mendicante cerca del Poder -ese que pese a los discursos se muestra indiferente- y la desidia, reportaron un cuadro que se da en diversas zonas del país y del que la clase política se disocia cada vez más.
La sesión que no fue en el Senado, porque la oposición decidió retirarse sin permitir el tratamiento de la Ley Lucio (sobre maltrato infantil); el proyecto de alcohol cero al volante; la normativa de reconocimiento de la lengua de señas argentina y el programa nacional de cardiopatías congénitas, demuestran el destrato hacia los votantes que esperan de sus representantes, legislaciones, que en muchos casos, son vitales.
El pretexto para terminar con el cónclave fue la rencilla entre los bloques antagónicos por cuestiones de reglamento, vinculadas al tratamiento sobre tablas de la reforma de la justicia federal en Santa Fe, en medio de la avanzada del narcotráfico.
Lo cierto, es que en Rosada y el Congreso casi no hay actividad. La Cámara baja no sesionaba desde noviembre, y en Balcarce 50 hay una gestión de tipo testimonial, que tiene en la persona a cargo del Poder Ejecutivo, a un alto funcionario limitado a visitar provincias, recorrer obras y hacer costosos viajes al exterior que no dan resultados positivos en favor de la Argentina.
El 5 de abril, Fernández vuelve a Chile con motivo de conmemorar con su par trasandino, Gabriel Boric, el aniversario del Abrazo de Maipú, entre Bernardo O’Higgins y José de San Martín. En este mismo mes, se reunirá con Luis Inácio «Lula» Da Silva, en un acto por la Declaración de Foz de Iguazú realizado el 30 de noviembre de 1985 por los entonces mandatarios, Raúl Alfonsín y José Sarney, y que fue la piedra basal del Mercosur, creado en 1991. En julio volverá a Europa por los acuerdos del bloque común del sur y la Unión Europea.
En ese transcurso de tiempo, lamentablemente, los pronósticos económicos son poco halagüeños, los esquemas de aumentos que el propio Gobierno ha aprobado en tarifas de luz, gas, transporte, y otros rubros del mercado, van a meter más presión en los bolsillos de los trabajadores asalariados, y ni que hablar de los que se mueven en un esquema informal, que, de todos modos, la administración central considera dentro del sistema.
Hablamos de quienes cobran planes sociales y de los que son monotributistas. Los ocho meses por venir serán parte de un compendio de incertidumbres que los dirigentes políticos mezclarán con sus prioridades electorales, esas que cada vez fastidian más a una sociedad desencantada, pero sin capacidad de reacción. Un hecho que, hasta ahora, evitó que las cosas pasen a mayores.
Juan Pablo Peralta, periodista acreditado permanente en Casa Rosada y el Parlamento de la República Argentina para P&M y Globatium.