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jueves, diciembre 12, 2024
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Casi la mitad de la humanidad vive en zonas de «peligro climático»

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Cerca de la mitad de la humanidad vive en zonas de «peligro climático», lo que aumenta 15 veces las probabilidades de morir por efectos del clima como el calor extremo, las inundaciones o la sequía.

El secretario general de la ONU, António Guterres, hace estas consideraciones en un mensaje con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra este domingo con el lema ‘Una sola Tierra’. Esa jornada se celebra cada 5 de junio porque en esa fecha de 1972 tuvo lugar en Estocolmo (Suecia) y bajo los auspicios de Naciones Unidas la primera gran cumbre sobre temas relativos al medio ambiente: la Conferencia sobre el Medio Humano.

Se espera que personas de todo el mundo conmemoren este domingo el Día Mundial del Medio Ambiente para limpiar playas, plantar árboles y realizar marchas en un esfuerzo por revivir lo que los expertos dicen que es un planeta al borde del precipicio. Hay actividades programadas en más de 150 países.

En su mensaje, recogido por Servimedia, Guterres apunta que más de 3.000 millones de personas se ven afectadas por la degradación de los ecosistemas, la contaminación causa unos nueve millones de muertes prematuras al año, más de un millón de especies de animales y plantas están en peligro de extinción y muchas de ellas podrían desaparecer en apenas unas décadas.

Además, recalca que hay «un 50% de posibilidades» de que las temperaturas mundiales medias anuales superen en los próximos cinco años el límite de calentamiento global de 1,5 grados respecto de la era preindustrial fijado por el Acuerdo de París para contener los peores efectos del cambio climático. «Para 2050 podrían verse desplazadas más de 200 millones de personas por la disrupción climática», apunta.

«Hace 50 años, los dirigentes del mundo, reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, se comprometieron a proteger el planeta. No obstante, estamos muy lejos de conseguirlo. Ya no podemos desoír las alarmas que se intensifican día tras día», indica Guterres.

La reunión Estocolmo+50, celebrada este jueves y este viernes bajo el paraguas de la ONU con la presencia de líderes mundiales y representantes de gobiernos, empresas, organizaciones internacionales, sociedad civil y jóvenes, concluyó con el convencimiento de que no se podrán lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible si no se dispone de un planeta sano. «Es necesario que todas las personas asumamos nuestra responsabilidad para evitar la catástrofe provocada por la triple crisis del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad», señala Guterres.

PROPUESTAS

Ante esta situación, Guterres indica que los Gobiernos deben «priorizar urgentemente» la acción climática y la protección ambiental con decisiones políticas que promuevan el progreso sostenible. «He propuesto cinco recomendaciones concretas para acelerar drásticamente la implantación de energías renovables en todo el mundo, como poner las tecnologías renovables y las materias primas a disposición de todos, reducir la burocracia, reorientar las subvenciones y triplicar la inversión», añade.

Además, destaca que «las empresas deben basar todas sus decisiones en la sostenibilidad por el bien de la humanidad y también en interés propio». «Como votantes y consumidores debemos hacer valer nuestras acciones, desde las políticas que apoyamos hasta los alimentos que consumimos, pasando por el transporte que elegimos y las empresas que respaldamos. Todas las personas podemos tomar decisiones favorables para el medio ambiente que, sumadas, den lugar al cambio que necesitamos», reitera.

Por otra parte, Guterres recuerda que «la historia ha dejado patente» que esas u otras medidas pueden lograrse actuando en conjunto y «anteponiendo los intereses del planeta». «En la década de 1980, cuando la comunidad científica advirtió de que había un mortífero agujero en la capa de ozono del tamaño de un continente, todos los países se adhirieron al Protocolo de Montreal para dejar de utilizar gradualmente productos químicos que reducen la capa de ozono», comenta.

«En la década de 1990, el Convenio de Basilea prohibió el vertido de desechos tóxicos en los países en desarrollo. Y el año pasado, gracias a un esfuerzo multilateral, se puso fin a la producción de gasolina con plomo, medida con la que mejorará la salud y se evitarán más de 1,2 millones de muertes prematuras cada año», indica.

Apunta que en los próximos años habrá «más oportunidades» para hacer frente a las crisis ambientales interconectadas, desde las negociaciones sobre un nuevo marco mundial de la biodiversidad para revertir la pérdida de naturaleza para 2030 hasta la firma de un tratado para combatir la contaminación por plásticos.

«CONTRARRELOJ»

Durante los últimos 49 años, el Día Mundial del Medio Ambiente ha puesto de relieve una serie de problemas ambientales, desde la contaminación hasta el agujero en la capa de ozono y la deforestación. La celebración de este domingo en un momento considerado por científicos y legisladores como “modo de emergencia” para el planeta.

“Estamos corriendo contrarreloj”, apostilla Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), antes de añadir: “Hoy, mientras miramos hacia un futuro de olas de calor, sequías, inundaciones, incendios forestales, pandemias, aire contaminado, guerras y océanos llenos de plástico, la acción es más importante que nunca”. “Ya no podemos ignorar las campanas de alarma que suenan cada día más fuerte. La única forma de avanzar es trabajar con la naturaleza, no contra ella”, recalca.

La devastación ambiental causada por los conflictos en todo el mundo exacerba las desastrosas consecuencias para los derechos humanos de las personas, incluido su derecho a vivir en un medio ambiente limpio, saludable y sostenible, y lo hará en los próximos años, según advierte David R. Boyd, relator especial de la ONU sobre derechos humanos y medio ambiente, quien sentencia: «Es imperativo poner fin a las guerras, garantizar la paz y comenzar los procesos de curación y restauración tan pronto como sea humanamente posible».

SOLUCIONES BASADAS EN LA NATURALEZA

Una de las apuestas más seguras es la de las soluciones basadas en la naturaleza, que podrían reducir la intensidad del cambio climático y de los daños asociados a episodios meteorológicos extremos en un 26%, algo clave en un mundo en el que más de 3.000 millones de personas viven en lugares muy vulnerables al cambio climático, según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) y WWF.

Las soluciones basadas en la naturaleza son acciones para proteger, gestionar de forma sostenible y restaurar los ecosistemas naturales o modificados que abordan los desafíos sociales y el cambio climático de forma eficaz y adaptativa, al tiempo que proporcionan beneficios para el bienestar humano y abordan la pérdida de biodiversidad.

Según la FICR y WWF, estas soluciones podrían proporcionar a los países en desarrollo una valiosa protección contra el coste económico del cambio climático, al ahorrar al menos 97.000 millones de euros en 2030 y 368.000 millones en 2050. Entre 2010 y 2019, los desastres repentinos relacionados con el cambio climático y las condiciones meteorológicas extremas mataron a más de 410 000 personas.

“La crisis climática está impulsando muchas crisis humanitarias en todo el mundo. Su impacto en la vida y el sustento de millones de personas se está intensificando. Hay que cuidar la naturaleza; la restauración de bosques, tierras de cultivo y humedales son algunas de las mejores y más rentables formas de ayudar a las comunidades vulnerables a adaptarse a los riesgos e impactos que ya enfrentan. Protegiendo la naturaleza se protegerá a las personas”, apunta Jagan Chapagain, secretario general de la FICR.

Marco Lambertini, director general de WWF Internacional, subraya: “Seamos claros. Si no aumentamos urgentemente los esfuerzos para limitar los impactos de un mundo que se calienta, se perderán más vidas y las economías y los medios de subsistencia se verán afectados. La naturaleza es nuestra mejor aliada y también un amortiguador crucial contra el cambio climático. Al restaurarla y protegerla, podemos ayudar a que los ecosistemas sean resilientes y continúen brindando servicios cruciales a la humanidad y, en particular, a las comunidades más vulnerables”.

Algunos ejemplos efectivos de soluciones basadas en la naturaleza que abordan el cambio climático son conservar los bosques para restaurar la tierra degradada; proporcionar alimentos, protegerse de las sequías y proteger a las comunidades de los fuertes vientos; restaurar llanuras aluviales y humedales para reducir el impacto de las inundaciones y promover la agricultura sostenible para protegerse frente a las sequías, y restablecer manglares y arrecifes de coral para proporcionar una barrera protectora contra las tormentas, absorber el dióxido de carbono que calienta el planeta y ofrecer alimentos para las comunidades locales y hábitats para la vida marina.

SALUD MENTAL

Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a los países a incluir el apoyo a la salud mental en su respuesta a la crisis climática porque el calentamiento global plantea graves riesgos en ese ámbito sanitario.

Un reciente informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el pasado mes de febrero, revela que el rápido aumento del cambio climático plantea una amenaza creciente para la salud mental y el bienestar psicosocial, desde la angustia emocional hasta la ansiedad, la depresión, el duelo y comportamientos suicidas.

“Los impactos del cambio climático son cada vez más parte de nuestra vida diaria y hay muy poco apoyo dedicado a la salud mental para las personas y las comunidades ante los peligros relacionados con el clima y los riesgos a largo plazo”, recalca Maria Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Determinantes Ambientales y Sociales de la Salud de la OMS.

El cambio climático afecta a muchos de los determinantes sociales que ya están conduciendo a cargas globales de salud mental. Una encuesta de la OMS indicaba el año pasado que sólo nueve de 95 países analizados habían incluido la salud mental y el apoyo psicosocial en sus planes nacionales de salud y cambio climático.

La OMS recomienda cinco enfoques para los gobiernos con el fin de abordar los impactos del cambio climático en la salud mental: integrar las consideraciones climáticas con los programas de salud mental, integrar el apoyo a la salud mental con la acción climática, construir sobre compromisos globales, desarrollar enfoques basados ​​en la comunidad para reducir las vulnerabilidades y cerrar la gran brecha de financiación que existe para la salud mental y apoyo psicosocial.

Hay buenos ejemplos de ello, como en Filipinas, que ha reconstruido y mejorado sus servicios de salud mental tras el impacto del tifón Haiyan en 2013, o en India, donde un proyecto nacional ha reducido el riesgo de desastres en el país al tiempo que prepara a las ciudades para responder a los riesgos climáticos y abordar las necesidades psicosociales y de salud mental.

«ACCIÓN URGENTE»

Por otro lado, las cinco principales organizaciones conservacionistas de España (Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF) han lanzado un «mensaje claro» de que «el tiempo se agota y hace falta acción urgente» con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra este domingo.

«No nos queda tiempo, necesitamos acción urgente», señalan las ONG en un vídeo en el que sus máximos representantes alzan la voz para reclamar medidas a los gobiernos y a la sociedad con el fin de frenar la «actual crisis ecológica y social». «Ni un grado más, ni una especie menos», reclaman.

Según las ONG, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad afectan en el día a día de las personas y «no se puede mirar hacia otro lado» porque «no poner remedio a los problemas ambientales ocasiona situaciones muy complejas como migraciones, desastres climáticos o pandemias», con las personas más vulnerables entre quienes más padecen esas consecuencias.

Como anunciaron recientemente cuando presentaron el documento ‘Frente a la vulnerabilidad social y a la emergencia ecológica: soberanía energética y alimentaria’, las organizaciones consideran que es necesario «cambiar el modelo y apostar por una sociedad justa».

«El contexto actual ha puesto de manifiesto la inseguridad del modelo de producción y consumo, muy deslocalizado, basado en energías fósiles y con necesidades crecientes de materiales y energía. La covid-19 también ha dejado claro que existen estrechas interrelaciones entre la protección del medioambiente, la salud y la sobrevivencia de la humanidad», indican.

(SERVIMEDIA)

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