«Todos están peor», se lee en el zócalo de un noticiero. «Comprar helado, un lujo», dice el de otro canal. Los argentinos viven días «de terror» por la disparada de precios, mientras el Congreso discute dos mastodónticos paquetes de reformas que los tienen «aturdidos».
Javier Formoso, de 45 años, es uno de ellos. «¿Esperanza? Ninguna. Por lo que empezamos a ver, recién empieza el terror», contó, mientras caminaba por una feria vecinal de Buenos Aires.
¿Las medidas que se discuten en el Congreso? «Yo ya no entiendo nada», respondió Formoso, encogiéndose de hombros. «Esto es el ‘sálvese quien pueda».
El presidente argentino, el libertario Javier Milei, asumió el gobierno hace más de un mes esperando atajar la inflación en base a dos grandes proyectos: un megadecreto y una llamada «ley ómnibus».
Ambos paquetes, juntos, suman más de mil medidas que buscan revolucionar el sistema económico argentino llevando la idea del libre mercado a prácticamente todos los ámbitos. Las normas regulan temas tan variados como el litio, el divorcio, la reventa de entradas para espectáculos masivos y las togas de los jueces.
La multiplicidad de regulaciones ha generado también un sinfín de memes y chanzas, como la de una radio que recientemente «promulgaba» la derogación del despertador de las 7 am.
El megadecreto está vigente mientas no sea rechazado por una de las dos cámaras del Congreso, y es objeto además de numerosos recursos de amparo que lo acusan de inconstitucional. Mientras, la «ley ómnibus» es debatida a nivel de comisiones parlamentarias y podría pasar a Diputados la semana próxima.
La discusión de ambas iniciativas genera «una catarata de información», señaló a la AFP Belén Amadeo, politóloga de la Universidad de Buenos Aires.
Y, como resultado, «hay un enorme ruido, un enorme aturdimiento alrededor de estas cuestiones, que no está ayudando a que el ciudadano de a pie entienda realmente lo que está pasando».
El Congreso y la calle
El constitucionalista Félix Lonigro criticó la envergadura del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), a pesar de coincidir con él, en parte, porque considera banales muchas de sus medidas.
«Me llama la atención cómo Milei cree que algunas cosas puedan ser tan urgentes, como la reforma de los clubes de fútbol. Creo que tiene que ver con el personaje, con su intemperancia, su ansiedad, que traslada a la gestión de gobierno», comentó a la AFP.
Lo mismo puede decirse de la ley ómnibus, cuyo tratamiento supuestamente urgente puede tomar semanas o meses.
Y mientras todo esto se discute entre las paredes del Congreso, los noticieros dedican gran parte de su jornada a relatar la pérdida del poder adquisitivo de los argentinos.
Transmiten escenas de automercados, carnicerías o farmacias haciendo zoom en los precios de los productos, y difunden informes sobre las diferencias de precios de las pelotas de playa o de los alfajores, una suerte de galleta local.
«Lo único que la gente entiende es que están subiendo los precios; todos los demás debates no se entienden. Quieren saber cuánto va a subir la lechuga, cuánto van a pagar de alquiler, cuánto va a subir el gas, el teléfono, la luz», dijo Amadeo.
«La necesidad económica es muy grande y la inestabilidad social y sobre todo la inestabilidad emocional es grande», agregó la experta.
«Hay que resistir»
El propio Milei puso un grano de arena en esa desazón cuando dijo que los frutos de su ajuste «se van a ver en 15 años».
Para comenzar, devaluó el tipo de cambio oficial más de 50%.
La inflación de diciembre es histórica: 25,5% para un 211,4% interanual, la más alta desde junio de 1991 (200,7%), confirmó el ente oficial de estadísticas Indec a la AFP.
La inflación generada desde diciembre provocó una caída de 20,3% de los salarios, según un informe de la Central de Trabajadores de Argentina.
Quiere decir que, por ejemplo, «dos de cada diez personas no están comprando su medicación» debido a los aumentos, sostuvo el jueves el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak.
Pero esto no se traduce en una caída automática de la popularidad para Milei. Según la consultora Analogías, 49,4% de los argentinos tiene imagen positiva del presidente, contra 44,8 de imagen negativa en 2.542 encuestados en enero.
En la misma feria donde se lamentaba Formoso, la jubilada Lucrecia Rossi, de 73 años, prefería tener paciencia. «Hay que resistir. Porque es un desconocido el que subió», dijo a la AFP refiriéndose a Milei. «Parecería que tiene buena voluntad, vamos a ver».
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