Terminado el clima de acercamiento entre el oficialismo y la oposición para enfrentar la pandemia, el presidente Alberto Fernández no comunicó en persona la decisión de seguir con la cuarentena que se inició hace medio año en la Argentina hasta el próximo 11 de octubre. Quedaron en el pasado los anuncios conjuntos con el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador bonaerense Axel Kicillof desde la Residencia de Olivos.
La anterior fase ya había sido dada a conocer por un solitario mandatario en la quinta presidencial debido a las diferencias que empezaron a surgir con respecto a los pedidos de parte del edil porteño sobre dos puntos en particular: la posibilidad de que los bares y restaurantes atendieran a sus clientes con mesas en la vía pública, algo que consiguió a regañadientes, y la disputa que aún sigue, en referencia al inicio de clases presenciales al aire libre para unos 6.500 estudiantes que tienen problemas de conectividad.
Lo que potenció las diferencias por estas horas, en el marco de las definiciones a la hora de cómo continuar el aislamiento y distanciamiento social obligatorio, fue el quite de un punto de la distribución tributaria que realiza el Estado Nacional, en este caso a la Capital Federal, luego de la revuelta de la Policía Bonarense exigiendo subas salariales. Algo que llevó a Rodríguez Larreta a judicializar el tema, e increíblemente, a posicionarlo dentro de su espacio político como el dirigente con más posibilidades de alcanzar la candidatura presidencial en Juntos por el Cambio para el 2023, dejando en perspectiva latente al ex hombre que ocupó ese cargo desde la oposición entre 2015 y 2019, Mauricio Macri.
Este último dato viene acompañado por las encuestas de imagen que observan propios y extraños, y que giran en torno al incremento de la crisis y la recesión en el país, cuestiones que han erosionado de manera exponencial la figura de Fernández en sólo 9 meses de gestión, e hizo cambiar la estrategia del Frente de Todos que decidió avanzar con su agenda legislativa en el orden judicial, pero también comenzar a tomar distancia de la diplomacia para con la mayoría opositora con sede en la CABA.
Otro dato que envalentonó a las huestes del ex Cambiemos fue la ampliación de los límites a la compra de dólares que decidió el Banco Central. Teniendo en cuenta que ya con la salida del macrismo del poder, que impuso sobre el final de su mandato la compra de sólo 200 dólares, a los que la actual administración sumó un impuesto solidario del 30 por ciento y ahora otro 35 % como devolución de Ganancias o gastos con tarjeta en moneda estadounidense, la medida aumenta el mal clima de la clase media que puede ahorrar en billetes verdes, con los que se intenta resguardar de la histórica devaluación del peso argentino.
En este contexto de campaña demasiado adelantada, parece quedar de lado la preocupación de los primeros meses sobre el Covid-19, en que los números diarios eran seguidos como la principal agenda diaria de los medios y de la dirigencia. Parecieran estar muy lejos las reuniones del jefe de Estado con el gabinete de expertos en infectología, tan publicitadas por el polémico equipo de comunicación que encabeza Juan Pablo Biondi y su segundo Marcelo Martín, que en este evidente encapsulamiento de Fernández, persiste en evitar el contacto directo de él y sus funcionarios con los periodistas en la situación donde mejor se puede ejercer la libertad de expresión, nos referimos a las conferencias de prensa, por supuesto sin imponer a dedo a los que consultan, y mucho menos reducir a tres o cinco preguntas tan útil e importante actividad democrática.
Hay muchos sectores de la población local que después de seis meses de cuarentena, que aumentó los números negativos de toda la economía, reclaman otro tipo de manejo de la pandemia, ya que lo realizado hasta ahora no evitó los más de 12 mil fallecimientos y 600 mil infectados. No olvidemos que además Argentina es de los pocos países que mantiene la prohibición de circular libremente por tierra o aire, algo que complica la circulación de bienes y servicios, fundamental para recuperar la economía general. Este cúmulo de hechos tuvieron que ver con que el mensaje oficial sobre cómo se van a llevar adelante las tres semanas de restricciones que vienen, fuera grabado sin tener siquiera la voz ni la imagen del presidente de la Nación, Alberto Fernández.
Las únicas aperturas, tampoco muy significativas, se darán en la capital argentina, con la posibilidad de que los bares reciban clientes en sus terrazas y misas para 20 personas, a la espera de que se acepte la semana que viene el protocolo para reiniciar clases con presencia de un número limitado de alumnos en lugares abiertos, y en la Provincia de Buenos Aires con la habilitación de pequeñas obras privadas que no lleven más de 90 días y con un limitación de metros cuadrados. En las provincias, por el contrario, se retomaran fases restrictivas focalizadas según la situación sanitaria de cada distrito.
La única autoridad del área metropolitana que mantiene una posición rígida sobre la cuarentena, evitando cambios, es Kicillof, el jefe del ejecutivo bonaerense que responde directamente a la vicepresidenta, Cristina Kirchner, máxima autoridad política del Frente de Todos, quien esta semana consiguió con su titularidad en el Senado, que tres jueces no pasaran al fuero Federal Penal de los Tribunales de Comodoro Py, uno de ellos había sido promovido por ella misma en su momento como presidenta, y dos que fueron motorizados por Macri. Iniciativa que vuelve a convocar a una movilización, denominada “Banderazo”, este sábado 19 de septiembre, para repudiar lo que un sector de la sociedad entiende como un avasallamiento al Poder Judicial, ya que los magistrados: Bruglia, Bertuzzi y Castelli, tienen a cargo denuncias referentes a la llamada “Causa de los Cuadernos”, donde por diversos y supuestos delitos de corrupción, CFK está procesada como Jefa de una Asociación Ilícita. Algo que pone más tensión en la frágil etapa socioeconómica que atraviesa la Argentina.
