Montserrat Vilà Planas – sinpermiso
Las mujeres aún hemos de conseguir la paz y la convivencia y la igualdad que sustente un verdadero amor fuente de vida, aquí y cada día, para que los deseos de universalidad dejen de ser cantos hipócritas que encubren la misoginia patriarcal existente. Es este poder jerárquico del dominio y agresión machista la razón que se produzcan diciembres negros y días aciagos, agresiones y violaciones a cada hora. Una tortura cotidiana para millones de mujeres, una señal indeleble para la mitad de la humanidad. Es un infernal hilo de Ariadna que recorre las relaciones económicas, las superestructuras políticas, las tradiciones y costumbres sociales, los mitos, imágenes y símbolos, las religiones, la moral y la cultura.
Cuestiones
Inmersa en un sinfín de sentimientos sobre la persistencia y actualidad de este fenómeno, comparto unas cuestiones que surgen en el cuerpo social, y otras que me planteo personalmente junto a muchas activistas del movimiento feminista.
¿Por qué no se paran los asesinatos a pesar de todas las medidas y leyes en las agendas públicas? ¿Por qué ahora se acelera la alarma social y no en cada asesinato? ¿Cómo puede revertirse la situación con la atención, sensibilización y prevención de la violencia machista? ¿Cómo puede conseguir la sociedad en general, y en particular el movimiento feminista, actuar para transformar la sociedad patriarcal en la que se estructura la relación entre hombres dominantes y mujeres sometidas? El avance del movimiento por la libertad y los derechos de las mujeres genera una reacción virulenta contra estos derechos: ¿Qué papel juega la extrema derecha que en los últimos años ha avanzado en muchas regiones del Estado? ¿Y la reacción de un sector de los feminismos? Influencia de las crisis económicas y la pandemia. ¿Cómo reforzar el movimiento?
Evolución en el sentimiento general, en las políticas y las agresiones
El sentimiento de reconocer y rechazar las violencias machistas se incrementa positivamente en una mayoría de las mujeres y entre una minoría de los hombres. En este sentido se va lento, pero en la buena dirección. Las políticas públicas avanzan en leyes, normas y medios, también es muy positivo, aunque extremadamente insuficiente en los presupuestos, los servicios y la educación.
La reacción a cada avance en las mejoras de los derechos y realidad de las mujeres es de alto voltaje en todos los aspectos. Desde el negacionismo más basto hasta la complicidad sutil, obstaculizar la aplicación de las leyes y retorcerlas para sostener los privilegios y defensa del agresor, la perversión de las condiciones de trabajo y las actitudes de convivencia, la calumnia y la mentira en los medios y las redes sociales, a la persistencia de la simbología machista que impregna desde el color de las ropas de las criaturas y sus capacidades de aprender en el juego, a los valores presentados como universales y ancestrales que marcan al hombre como dominante y a la mujer como sometida.
La impunidad de la cultura de la agresión es la norma. Las mujeres la vamos socavando con unas dosis de resiliencia infinita y una abnegación sublime. Las mujeres y el movimiento feminista estamos dando pasos agigantados en el imaginario colectivo y avanzar en su libertad.
Los avances innegables no parecen reflejarse en la pauta de asesinatos. En 2003 se contabilizaron 71 feminicidios por violencia machista. En 2008 fueron 76. En 2010 disponemos de 73. En 2018, 53 según el gobierno, 81 según el movimiento feminista. En 2019, 56 según gobierno, 96 recogen el movimiento feminista. En 2020 con el confinamiento, 49 según el gobierno, 83 contadas por el movimiento feminista. En 2022, 68 con datos del gobierno, y 92 por el movimiento feminista. Las diferencias entre gobierno y feministas se deben sobre todo a que el gobierno sólo computaba las asesinadas por la pareja o expareja, en el movimiento feminista hace el recuento de todas las asesinadas por violencia machista.
Lo que sí aparece como significativo es que la cantidad de mujeres asesinadas se recrudece en las vacaciones de verano y en las fiestas de fin de año. La convivencia más directa y temporal favorece la perpetración del feminicidio.
Algunas respuestas
Cada vez hay más políticas, leyes y tratados sobre la violencia de género. La conciencia de las mujeres, su solidaridad, movilización y movimiento se profundiza, internacionaliza y universaliza. El movimiento crea y promueve estrategias para la superación de estos miles de años de infierno misógino. La paridad en las entidades, organizaciones y estructuras se convierte en una necesidad que no se puede obviar. La movilización feminista genera propuestas factibles y sencillas. El feminismo como factor político asume la defensa de todos los derechos y libertades de las minorías discriminadas y agraviadas.
Aun así, prosigue la discriminación, el maltrato, las violaciones y los asesinatos. La Plataforma unitaria contra las violencias de género de Catalunya lo explica así en el comunicado sobre el “Diciembre negro”: “Cada 4 días es asesinada una mujer por un hombre. Cada día hay mujeres maltratadas, agredidas y violadas. No es ninguna casualidad, no es ninguna excepción, no es ningún accidente ni suceso, es la normalidad de la misoginia imperante. No es un fenómeno individual, es un hecho profundo de poder social y estructural. Estas 13 mujeres asesinadas, las centenares de violadas, son la punta del iceberg del infierno a que se condena a las mujeres por parte de los hombres agresores, y una extensa trama de complicidades individuales, sociales e institucionales”. En la concentración de Barcelona del lunes 2 de enero se coreaba: “No es un caso aislado es el patriarcado”.
Un fenómeno desde hace unos cuatro mil quinientos años según describen las antropólogas feministas como Gerda Lerner (El origen del patriarcado), Karen Sacks o Riane Eisler, entre otras.
Respecto a las agresiones sexuales, el lema del XVII Foro contra las violencias de género (ver artículo en SinPermiso) era este 2022: “Violencias sexuales y violencia vicaria. No va de sexo, va de poder”.
Al situar el problema en el imaginario simbólico y cultural, en las relaciones y convivencia social, en la institucionalidad política de un poder jerárquico y represor, las referentes o líderes del magno espacio feminista, atravesado por contradicciones sociales e ideológicas diversas, se ven en la necesidad de esbozar una estrategia revolucionaria cuyas perspectivas, escenario, actuaciones y alianzas vayan a superar de raíz el sistema vivencial patriarcal y los profundas huellas de la misoginia del androcentrismo.
Esta estrategia destinada a deconstruir, enterrar y superar el sistema patriarcal, incluye promover y aprovechar todo pequeño paso y avance que mejore, ni que sea tibia y limitadamente, la existencia viva y actual de las mujeres en general y de cada una de ellas en particular.
Confío en primer lugar para conseguirlo en la resiliencia, la fuerza y la capacidad profunda de curación que practican las mujeres. La actitud crítica y el aprendizaje de las adolescentes y jóvenes resulta aleccionador de que la vida en clave gilánica (Riane Eisler) madura con ilusión, empatía y creatividad.
La alarma social se desencadena puntual
La apreciación del comunicado de la Plataforma mencionada anteriormente aborda esta cuestión: “Los asesinatos de las 13 hermanas de diciembre han desencadenado la alarma gubernamental, social y feminista. Levantamos la voz contra las violencias machistas. Que la alarma que los medios de comunicación dedican a este diciembre negro se extienda a la cotidiana realidad de todas las agresiones contra las mujeres durante todo el año”. “Bienvenida esta conciencia contra las agresiones machistas que forman parte del meollo del patriarcado, del sistema de jerarquía económica y de poder, de una moral hipócrita y unos valores que someten a las mujeres”.
Hay una acumulación de experiencia, sentimiento y rabia, que convive con la resiliencia femenina, que es una parte notable de este estallido de alerta e indignación. ¡Ni una más! ¡Ni una menos! ¡Si tocan a una, nos tocan a todas! Entre antes y después del fin de año las plazas de innumerables ayuntamientos se llenaron de mujeres, también algunos hombres, impactadas por el sin fin de asesinatos.
Necesitamos reflexionar porqué esta movilización contundente, tan sana para la conciencia ciudadana social, queda circunscrita a unos días del año, como el 8 de marzo o el 25 de noviembre, en cambio resulta difícil sostener y extender las concentraciones regulares que se realizan en una cuantas ciudades y pueblos. El Ayuntamiento de Barcelona ha desarrollado un protocolo de emergencia para responder institucionalmente en la calle a cada asesinato, y hace un tiempo la Generalitat de Catalunya ha instituido un gabinete de crisis en cada ocasión. Está muy bien. La Plataforma unitaria contra la violencia de género de Catalunya, formada el 2002, lleva 16 años, desde 2006, efectuando una concentración de homenaje a las mujeres asesinadas, cada tercer lunes del mes en la Plaza de Sant Jaume de Barcelona. Su persistencia durante todos estos años es en sí misma una notable proeza. El contraste es que oscila entre unas 25 y 80 personas, con picos de dos o tres centenares en ocasiones especiales. Desde hace unos años se hace una coreografía o acto particular preparado por entidades distintas de las que forman parte de la plataforma. Lo explico para que pueda haber intercambio de experiencias entre las variadas acciones de las feministas, que de manera modesta y abnegada sostenemos la llama de la lucha para erradicar el oprobio patriarcal.
Prevención, sensibilización y organización feminista
Las mujeres nos preparamos individual y colectivamente para conseguir nuestros derechos, nuestra libertad y emancipación.
La punición ante unos hechos consumados, la denuncia ante lo irreparable, los homenajes a nuestras heroínas anónimas, los cuidados por las agresiones, violaciones y sangre derramada son medidas necesarias, pero de ninguna manera suficientes, y aún menos decisivas.
En especial observamos con la punición y la represión, que se individualiza el caso, se aísla de su raíz social y de poder, mientras se procura trasladar parte o toda la causa de la agresión a la agredida, a la víctima mujer. El poder en su fisonomía judicial, represiva e institucional, en su vertiente de los medios de comunicación, en sus medios económicos y de producción simbólica, se ocupa de forma persistente en denigrar a la mujer, de forma ejemplarizante para media humanidad, así consigue mantenerla maniatada a los hábitos seculares. Aunque ahora no se postule abiertamente, o esté mal visto, explicitar aquello de “con la pata quebrada y en casa”.
Lo fundamental pasa por la prevención, la sensibilización, la reparación, por la extraordinaria variedad y vitalidad de la sororidad y de las organizaciones colectivas de mujeres. Cientos de colectivos, si no miles, de chicas jóvenes, buscan las maneras de ser útiles en las actividades de curación como en el progreso de una sociedad “feminizada” con los valores considerados feministas.
Estas mujeres son conscientes de formar parte de una gran red de sanas complicidades que van tejiendo todas juntas, fuertes, empoderadas y firmes.
Prevenir significa identificar las violencias machistas incluso antes de que se avance en el maltrato. La educación conviene desde la más tierna infancia y a todos los niveles de la convivencia escolar y ciudadana. La prevención ha de ejercerse en todos los dominios de la cosificación de la mujer, o de la huella de la cultura del sometimiento, dependencia y violación en la imagen ancestral que se transmite y en la actual.
¿Acaso no es hasta la actualidad, aún con controversia, que las figuras simbólicas pintadas por Neandertales y Sapiens en las cuevas del paleolítico eran también hechas por mujeres con representaciones de figuras femeninas? ¿Qué nos explica la mitología androcéntrica y por qué se oculta la mitología primigenia de la Gran madre tierra y fuente de vida y de muerte? ¿Qué sentimientos nos incentivan las obras maestras de la pintura? ¿Dioses violadores, torturadores, El rapto de Europa? ¿Dónde están las obras de las mujeres durante milenios? ¿Qué nos sugieren y cómo nos estructuran la mente los grandes relatos clásicos y de los cuentos?
Prevenir es también honestidad intelectual en el imaginario simbólico.
Un siguiente paso, mejor conjunto, es la sensibilización práctica en la naturaleza y materialidad de la violencia machista y el sistema de valores del poder patriarcal. Cómo está intima e indisolublemente unido con el sistema económico del predominio de la propiedad privada de los medios de producción del capital financiero.
La sensibilización general ha de fomentar cambiar la vigilancia sobre la mujer por la vigilancia sobre el agresor.
Así se podrá conseguir un incremento real de la conciencia de la ciudadanía, en especial de las mujeres y en los sectores más jóvenes. Necesitamos un avance substancial en los derechos a escala institucional (leyes y medidas contra las violencias machistas) y a escala social. Las formas de la economía de los cuidados han de salir de la anécdota, y de los espacios micros, para universalizarse en los servicios públicos, con la calidad suficiente.
La reparación de las mujeres en situación de violencia de género, a diferencia de la punición, sí que es esencial y vital. Poquísimos recursos se dedican a ello, en comparación de las inmensas necesidades y carencias. Reparación a las mujeres violadas, agraviadas, ofendidas y discriminadas. Es una necesidad que tiene que ver con que la causa es estructural, colectiva, social y política, no es causal ni individual.
Recupero de nuevo el comunicado de la plataforma de Catalunya: “Queremos que la prevención y reparación de las mujeres en situación de violencia machista sea el eje troncal de la sensibilización cívica y de las políticas y recursos públicos. Queremos que en los presupuestos de la Generalitat y de los Ayuntamientos, en los convenios de las empresas, se implementen los recursos mínimos suficientes para la prevención y reparación mencionada; formación, cuidados y servicios públicos de atención a las mujeres. Queremos que el Pacto de Estado contra la violencia de género sea útil a las mujeres; hay que fomentar y fortalecer la red de colectivos y entidades feministas. Queremos erradicar la cultura de la violación. Queremos que se escuche a las mujeres en todas las situaciones en que son golpeadas. Queremos que cada estamento o profesión de mujeres haga su propio MeToo”
El derecho al propio cuerpo, la libertad de expresión y la unidad en la movilización es lo que nos permite tejer una red irrompible, base vertebradora de organización feminista.
El movimiento feminista se ha de concentrar en poner en el centro los derechos de todas las mujeres y luchar por la unidad en base a los logros más cruciales y que crean consenso.
He expuesto algunas de las cuestiones esbozadas al principio del artículo. Me permitirás, lectora, amiga, que prosiga con las que quedan en el tintero, y muchas más que se plantean, en otras ocasiones.