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jueves, diciembre 12, 2024
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11 septiembre, Chile, o el día en que la derecha inquisidora resuelve que el presidente Allende debía arder vivo en La Moneda

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Primera parte

Entonces, poseídos por clasismos megadelirantes redireccionan en septiembre del 73 sus arsenales de conspiración y odios. Es que no podían permitirse prolongar por más tiempo sólo el sabotaje; mil días confabulando resultaron extenuantes; había llegado la hora de “hacer patria, señores”, y no podían permitirse disparos a la bandada.

Por esta razón, la mira es teledirigida esta vez hacia un solo blanco: el Presidente Allende. Éste representaba la inminente y “terrorífica” amenaza de restituir la dignidad humillada de millones de desheredados, y la consiguiente pérdida de la propiedad vitalicia de una teta insoltable y privativa de una casta oligárquica de privilegiados sin apellidos mapuches.

Fueron mil días, sí, mil días para un pueblo constructor de sueños; mil días de resistencia moral contra un boicot maquinado por la oligarquía interna y externa; mil días en que los olvidados de Chile, junto a su Presidente, y en ejercicio de un derecho radicalmente humano, se expresan como ciudadanía y opinión pública proclamando al mundo una plegaria insoportable para los polit(e)ólogos burgueses del Opus y la civitas dei: “¡Hágase por fin tu voluntad aquí en la tierra! ¡Tráenos tu reino de justicia e igualdad!” Tal “herejía” no podía, bajo ningún punto de vista, permitirse en esta tierra “orgullosa” de su condición “cristiana”. Tal “herejía” … anunciaba desde las derechas una reacción rabiosa y copiona de la Inquisición.

Por ello, Augusto -el “ungido”- y sus legiones cayeron no se sabe desde qué cielo como ángeles o demonios de la injusticia y la maldad para arrojar sus clasismos envenenados contra nuestro Presidente y nuestra bandera y para clavar sin misericordia sus sables traidores en la garganta de nuestros derechos fundamentales y de las instituciones de la República, dejando a su paso una estela de lutos, ausencias y soledades que castigan a muchos/as hermanos/as hasta el día de hoy. Y todo ello refrendado por una impunidad “creyente”, hecha con huincha de sastre a la medida… o “en la medida de lo posible” … en favor de esa casta de privilegiados, o sea de un puñado de intocables “superiores” a unos ciudadanos sin influencias de tercera y cuarta categoría que pagan con cinco años por robar pan para comer. 

Segunda parte

Una buena parte de la Iglesia estuvo, moralmente, a la altura de las circunstancias pues tomó parte por las víctimas del golpe criminal del 73, en especial Silva Henríquez. Sin embargo, a la par de ello, y en el seno de la curia, nunca dejó de hacer oír su voz cómplice el catolicismo anticomunista, reaccionario y golpista. Solo como un modo de aportar con un téngase presente ante visiones unilateralistas (funcionales a esa élite confesional golpista que odiaba y odiará por siempre a un Allende “ateo, comunista y masón”), cito:

“La Conferencia Episcopal de Chile emitió en abril de 1978 unas ´´Orientaciones Pastorales´´ para 1978, 1979 y 1980 que tituló ´La conducta Humana´”. Pues bien, “Hay un párrafo en este documento” (…) en que “se agradece el servicio prestado al país por las FF. AA el 11 de septiembre de 1973” *.

Noé Bastías

Profe de Filosofía

Egr. de Mg. en Neurociencias AAE Chile

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*Boye S., Otto, La no-violencia activa, camino para conquistar la democracia, Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, Editorial Aconcagua, 1983, p. 93.

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